_
_
_
_
Reportaje:

Un paritorio en el parque

Una mujer ecuatoriana da a luz a su hijo en el banco de una plaza de Entrevías

Daniel Verdú

Era su segundo hijo y se confíó demasiado. Mariela Morales, una ecuatoriana de 33 años, empezó a notar las primeras contracciones sobre las cinco de la mañana de ayer. Estaba embarazada de nueve meses, pero ya había pasado por eso antes. Así que prolongó un rato la espera. "Siempre es más cómodo tener las contracciones en casa", decía desde la cama del hospital Gregorio Marañón, ya con su bebé en brazos, mientras su compañera de habitación asentía con la cabeza.

Cuando las contracciones comenzaron a ser más intensas, el marido de Mariela, Vinicio, la cogió a ella de una mano y de otra a su hijo de dos años y salieron camino del hospital. La idea era coger un taxi. Pero sobre las seis de la mañana, en la confluencia de las calles de Carlos Martín Álvarez con Sierra de Alquice, en el barrio de Entrevías, era imposible encontrar uno. Tras esperar casi media hora, Vinicio se decidió a llamar a una ambulancia. En el Samur le aseguraron que en pocos minutos estarían allí para llevarla al hospital. Pero la mujer sentía lo inminente. "Creo que va a ponerse de parto ya", les dijo Vinicio por teléfono.

BUZÓN DE LOS LECTORES
Envíe sus denuncias y quejas a lectores.madrid@elpais.es

Justo enfrente de donde se encontraban había un parquecito. Como el Samur les recomendó "sobre todo, que no esté de pie", Vinicio llevó a Mariela al jardín y la tumbó en un banco. Y su hijo de dos años sin entender nada. "El pobre estaba temblando de lo asustado que estaba", recuerda su padre. A esa hora ya pasaba gente por la calle, pero nadie se paró a interesarse por la situación que la familia Morales al completo estaba atravesando.

El Samur tardó pocos minutos y asistió a Mariela en plena calle, en la mesa de parto más democrática. Muchos nervios, un rato empujando y mucho dolor. Y al final apareció el pequeño Anthony Chicaiza Morales, con sus tres kilos y pico y un parque de Madrid como la primera impresión del mundo en el que iba a vivir. "El Samur ha estado muy bien. Han llegado rapidísimo y nos han atendido perfectamente", agradeció el padre.

La ambulancia trasladó a la madre y al hijo al Gregorio Marañón. Una vez en planta, y ya fuera de cualquier peligro, Vinicio volvió a casa para que su niño de dos años pudiera descansar y para que se le pasara el susto. "No se quería marchar y lloraba todo el tiempo", explicó María, la compañera de habitación de Mariela.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Mariela Morales lleva cuatro años viviendo en Madrid. Trabaja en una empresa de limpieza, y tanto ella como su marido, que es pintor, están en situación regular en España. Hasta el pasado viernes estuvo trabajando, así que ahora le esperan cuatro meses de baja por maternidad. "No tenemos más familia aquí", comenta para justificar que su marido tuviera que marcharse a casa. El pequeño Anthony está en perfecto estado y se agarra al pecho de su madre con todas sus fuerzas. "Con el otro hijo calculamos mejor", dice sonriendo, "y nos dio tiempo a llegar al hospital".

Siete madres que no llegaron al hospital

En Madrid las mujeres no sólo paren en la calle en las películas de Almodóvar. En lo que va de año, siete madres no pudieron aguantar hasta llegar al hospital para tener a sus hijos. Cinco de ellas eran madres inmigrantes. El Samur recibe cada año 350 llamadas alertando de un posible parto. Al final, la cifra se reduce a unas 50 mujeres que terminan pariendo en la calle o, normalmente, en la ambulancia camino del hospital.

"La mayoría de veces se trata de un problema de información. Muchas mujeres no acuden al médico para que les controle el embarazo y no saben muy bien qué pasa en el momento del parto. El sistema sanitario español las atiende a todas, tengan o no papeles", explica el directivo del Samur Javier Quiroga. "Cuando las contracciones empiezan a ser rítmicas debe acudirse al hospital", recomiendan. "Otras mujeres, como es el caso de la de anoche, se confían demasiado y no les da tiempo a llegar".

El 14 de enero, una mujer boliviana de 23 años dio a luz una niña en el distrito de Usera; la ayudaron tres peruanas que recibieron asistencia telefónica del Samur. Tres días más tarde, la madrileña Olga Serrano se puso de parto en plena avenida de Andalucía, muy cerca del hospital 12 de Octubre, donde se dirigían la madre y su marido, cuando un atasco en la M-30 les obligó a detenerse. Olga ya había roto aguas y tenía cada vez más contracciones. El marido vio por el retrovisor a una ambulancia de emergencias que iba camino de Legazpi. Salió despedido del coche y frenó al vehículo. Los médicos hicieron el resto.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_