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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Gonzalo Millán, poeta chileno

Ganó los premios Pablo Neruda y Altazor

Para el autor de La ciudad y primer ganador del Premio Neruda, el mayor de la poesía chilena, "lo más interesante de la muerte es la incógnita que provoca ¡Qué cresta pasa allá!", dijo en su última entrevista, publicada por el diario La Nación en agosto, cuando batallaba por su salud y sabía que iba a ser derrotado. "Acercarse a la muerte en vida es alcanzar una plenitud vital que la gente corriente no alcanza", sostuvo entonces Millán.

Tal como había escrito en su Testamento, en el funeral, realizado el sábado en el Cementerio General, sus restos fueron cremados. "Al fuego, mi único heredero, / dejo mi noble cuerpo, / y al viento albacea, / la dispersión de mis cenizas. / Nada dejo a la tierra / que invierte / la carne en sus entrañas. / A la poesía lego / la imagen póstuma / de mi corazón martillando / como un puño de brasa / el refrigerador del infierno".

Miembro de la generación de los sesenta, Millán estudió Literatura en la Universidad de Concepción y a los 21 años publicó su primera obra, Relación personal (1968). Fue un hombre progresista y como muchos otros, después del golpe militar de Pinochet en 1973 debió partir al exilio, en su caso, a Canadá y después Holanda. Quizás por ello, era un poeta de culto, más conocido en otros países que en su propia tierra.

En Canadá fundó la editorial Cordillera y obtuvo un master en literatura hispanoamericana, fue traductor, y en Chile dirigió talleres de autobiografía. También fue artista visual y expuso en varios países. A las imágenes fotográficas o impresas les aplicaba cánones y estructuras linguísticas.

En su obra La ciudad (1979), el Santiago de la dictadura está onmipresente, con Pinochet -"como el tirano no hay ninguno"- y sus víctimas. "Bajo la venda se mueven los párpados. / Las manos se hinchan. / Las manos están atadas con cordeles. / Sacan encapuchado a un prisionero del cuarto. / Los prisioneros se quejan susurran se mueven. / Los prisioneros deben permanecer inmóviles. / Los prisioneros deben permanecer en silencio".

De la influencia de Pablo Neruda y los españoles, en el exilio se empapó con Ezra Pound y T.S. Eliot. Su poesía tiene un fuerte ingrediente autobiográfico y, en un país de poetas, elige un sendero de remanso, en una lírica "desnuda, más depurada y contenida", escribió un colega suyo. Millán se refería a su poesía como "de contención, no verbosa".

El fallecido escritor chileno Roberto Bolaño calificó a la poesía de Millán como "una de las más consistentes y lúcidas ya no sólo en el panorama chileno, sino latinoamericano" y la única "poesía civil frente al alud de poesía sacerdotal" durante algunos años.

Trabajó sin tregua hasta sus últimos días. Repasaba el prólogo de una reedición de su primer libro; mantuvo su diario, El veneno del escorpión, y terminaba el último tomo de su trilogía Croquis. En el año 2005 había ganado el Premio Altazor, de la crítica literaria y del Consejo del Libro con Autorretrato de memoria.

"Su obra entra ahora a pelear con la eternidad", afirmó el poeta chileno Raúl Zurita. Cuando conoció la poesía de Millán, "fue ver el resplandor del sol", agregó.

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