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Columna
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Anna

Hay una palabra más importante que "asesinato" en el caso de Anna Politkóvskaya. Esa palabra es "tortura". La justa indignación que nos ha sacudido, todo el llanto y el mensajeo entre autoridades mundiales pueden llegar a ocultar lo más evidente. Y es que Anna Politkóvskaya puso su vida al servicio de la verdad y se la quitaron cuando iba a publicar pruebas de torturas practicadas contra chechenos: una heroicidad más de las muchas que le debemos. Si las dichas autoridades lamentan lo que le ha ocurrido a Anna, lo justo sería que pusieran los medios no sólo para investigar quién la mató, sino para impedir que sigamos deslizándonos de nuevo hacia la caverna de un mundo con torturados y torturadores. ¿Qué mejor homenaje que poder declarar ante su tumba, como quien lee los titulares del periódico de la mañana, que "la tortura ha sido erradicada del planeta"?

Pero Angela Merkel no le ha pedido a Putin que controle a sus agentes de seguridad rusos y a sus colaboracionistas chechenos, sólo que investigue el asesinato. Es natural. En junio pasado, el Tribunal Supremo de Hamburgo determinó que podían admitirse en procedimientos judiciales pruebas que podrían haber sido obtenidas mediante tortura u otros tratos crueles, inhumanos o degradantes. Claro que se trataba de un juicio contra presuntos "terroristas", el gran pretexto con que los mandatarios de hoy blindan sus poderes. Así que Merkel no le dijo a Putin que la tortura está muy mal.

Tampoco se habló de ese tema -que a un ser humano le rompan el cuerpo para que facilite información: y que no le importe a nadie- durante la amena conversación que Bush y Putin mantuvieron y en cuyo transcurso el primero le comunicó al otro la conveniencia de abrir una investigación sobre el asesinato, no sobre la tortura. ¿Por qué le iba a reñir, él, que a cambio de comprensión con su Irak le vendió impunidad para su Chechenia? ¿Bush, el rey del mundo libre que detenta la franquicia actual del asunto y tiene más sucursales que Zara y más ofertas de viaje que Vueling? ¿El hombre que ha conseguido leyes que admiten un poquito de torturita cuando parezca necesario?

Descansa en paz, querida Anna. Es lo único que vas a obtener. Ya nadie te persigue.

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