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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Hilda Bernstein, militante surafricana contra la discriminación

Dedicó toda su vida a luchar por los derechos humanos

La vida de Hilda Bernstein estuvo basada en la lucha por los derechos humanos y contra el apartheid, el sistema supremacista blanco establecido en Suráfrica. Vivió para ver el establecimiento de los primeros y la muerte del segundo. Falleció en Ciudad del Cabo el pasado martes, a los 91 años y tras recibir del Gobierno democrático surafricano el Premio Luthuli por toda una vida de activismo.

Hilda Schwarz había nacido en Londres en 1915. Su padre, un bolchevique, abandonó a la familia en Inglaterra para trasladarse a la Unión Soviética. Con 18 años y tras haber abandonado la escuela para trabajar, Hilda emigró a Suráfrica.

El auge del fascismo en Europa despertó sus inquietudes políticas y se afilió al Partido del Trabajo. Fue su condena al trato racista para con la población negra, decidió seguir los pasos de su padre y afiliarse al Partido Comunista que recientemente se había convertido en multiracial. Sus dotes de oratoria la llevaron a convertirse en concejal en el Ayuntamiento de Johannesburgo, plataforma ideal para denunciar la opresión racista. En 1941 conoció al que se convertiría en su marido y compañero de activismo, Lionel (Rusty) Bernstein.

La instauración oficial del apartheid motivó un frenético trabajo de la militante pareja y Hilda decidió organizar a las mujeres y fue una de las primeras fundadoras de la Federación de Mujeres Surafricanas, el embrión de un movimiento que llevaría a que en 1956 más de 20.000 mujeres de todas las razas marcharan a Pretoria (corazón del sistema represivo) a denunciar la ley que obligaba a las mujeres a llevar pases que restringían sus movimientos. A partir de entonces, la pareja Bernstein sería perseguida en un intento del Gobierno por atajar las actividades de lo que eran considerados como "blancos traidores".

En 1946 fueron detenidos por ayudar a los mineros negros en huelga. Su presencia fue prohibida en mítines y en más de 25 organizaciones. La firma de Hilda Bernstein fue prohibida en cualquiera de los periódicos surafricanos y en 1960 fue detenida durante el Estado de Emergencia que se impuso en el país tras la masacre de Sharpeville. Tres años después, fue el turno de su marido, arrestado junto con Nelson Mandela e imputados por alta traición. El juicio tardó años en llegar, tras el que resultaron absueltos, una ocasión que la pareja, cada vez más perseguida, utilizó para cruzar a pie la frontera con Botswana.

Desde allí se trasladaron a Londres. La historia de la persecución a manos del Gobierno racista quedó reflejada en El mundo que era nuestro. Pero su militancia no acabaría ahí y Hilda, con cuatro hijos, continuó denunciando el sistema racial en el exilio. Y escribiendo y pintando (realizó diversas exposiciones, en las que reflejaba la opresión del sistema en contraste con la belleza del país y de sus gentes).

Su mayor recompensa fue la posibilidad de regresar a Suráfrica en 1994 y poder vivir su transición pacífica a la democracia. En 2004, cuando contaba con 84 años, recibió el premio Luthuli por toda una vida de defensa de los derechos humanos. Desde entonces se retiró a vivir en Ciudad del Cabo, donde falleció. Deja siete nietos, cuatro bisnietos y toda una historia de lucha.

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