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El Congreso aprueba por unanimidad el envío de hasta 1.100 soldados españoles a Líbano

Rajoy da un apoyo "crítico y exigente" al Gobierno y dice que es una "misión de guerra como Irak"

Miguel González

El Congreso respaldó ayer por unanimidad (306 votos a favor y dos abstenciones) el envío de hasta 1.100 militares a Líbano, más de la mitad de los cuales tienen previsto zarpar esta tarde desde Rota. El líder del PP, Mariano Rajoy, dio un apoyo "crítico y exigente" a la medida. "Lo único que no le reprocho es que envíe soldados a Líbano", le espetó a Zapatero. El jefe del Gobierno, que subió a la tribuna recogiendo el guante que le había lanzado Rajoy, censuró su "intento vano, casi patético" de utilizar el debate para justificar la guerra de Irak. "Con los mismos principios y convicciones con que retiramos las tropas de Irak las enviamos a Líbano", dijo Zapatero. Todos los grupos subrayaron los riesgos de la misión, pero también su legitimidad.

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Es la primera vez que el Congreso aprueba por unanimidad la participación de tropas españolas en una misión en el exterior desde la entrada en vigor, en noviembre pasado, de la ley Orgánica de la Defensa Nacional, que ha convertido en preceptiva la autorización del Parlamento. Antes, en julio de 2004, la Cámara baja respaldó con sólo tres votos en contra el envío de la Infantería de Marina a Haití.

El resultado de la votación de ayer no reflejó, sin embargo, el desarrollo del debate, que elevó de tono la intervención de Rajoy. El presidente del PP empezó citando al jefe del Gobierno, a quien acusó de esconderse tras su ministro de Defensa, de incumplir la ley (por haber enviado 24 militares a Líbano en misión de reconocimiento antes del debate parlamentario) y de ocultar los riesgos de la operación, presentándola "poco menos que como una excursión campestre".

Rajoy no escatimó críticas a la resolución 1.701 de Naciones Unidas (que estableció el alto el fuego entre Israel y Hezbolá y el reforzamiento de la fuerza de paz en Líbano), de la que dijo que "su objetivo no es la paz, sino abrir un paréntesis en la guerra".

Pese a insistir en lo peligroso de la misión, Rajoy sugirió que los cascos azules deberían desarmar a Hezbolá, lo que multiplicaría los riesgos, y acabó por reconocer que la "lealtad" hacia otros países aliados le había llevado a apoyar la iniciativa del Gobierno, "a pesar de que la proponga el Gobierno".

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Pero fueron sus alusiones a la guerra de Irak las que más aplausos arrancaron en las bancadas de su grupo. "Reconozca de una vez que están enviando tropas españolas a una misión de guerra", emplazó a Zapatero, tras calificar así las operaciones en Bosnia, Kosovo, Afganistán e Irak.

En su intervención inicial, el ministro de Defensa, José Antonio Alonso, había pasado por alto sobre este último conflicto, al que sólo se refirió veladamente cuando dijo que, en esta ocasión, a diferencia de entonces, no puede hablarse de la Vieja y la Nueva Europa, ya que la UE en bloque respalda la operación.

Fue Zapatero quien, sustituyendo a Alonso en la réplica, recordó a Rajoy que la operación en Líbano es "justo lo contrario" que la invasión de Irak y le pidió que no intentará aprovechar este caso para restituir su desastrosa gestión de la guerra de Irak.

Fue inútil, porque Rajoy no estaba dispuesto a retroceder e insistió en contraponer la "hipocresía" del Gobierno socialista con la "coherencia" del PP. "Quisimos la paz en Irak y la queremos en Líbano, quisimos frenar el totalitarismo en los Balcanes y queremos también que en Líbano se imponga una democracia sólida y verdadera", insistió.

Zapatero zanjó el asunto subrayando que Irak es un asunto del pasado que más vale no recordar. Antes agradeció a Rajoy, no sin retranca, su "valor" por apoyar una propuesta del Gobierno.

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La mayoría de los portavoces, como Gaspar Llamazares, de IU, Josep Antoni Duran Lleida, de CiU, o Agustí Cerdà, de ERC, criticaron la postura del PP y adelantaron su apoyo al Gobierno, aunque también le reclamaron información. En su respuesta, el presidente anunció que el ministro de Defensa se reunirá periódicamente con ellos para facilitarles detalles técnicos y darles cuenta de la marcha de la operación.

En su intervención inicial, Alonso dijo que se trata de misión "de paz, difícil, complicada y con riesgos evidentes". Entre otros, citó posibles ataques de grupos incontrolados, incluso con morteros o lanzagranadas; atentados terroristas; campos de minas y municiones no detonadas; y las propias condiciones higiénico-sanitarias, degradadas tras 33 días de guerra.

El ministro no quiso desvelar las reglas de enfrentamiento que llevan las tropas, alegando su carácter confidencial, pero las calificó de "robustas" y dijo que, a juicio de los mandos militares, son "suficientemente claras y detalladas" y permiten un "uso apropiado y creíble de la fuerza", tanto para la autodefensa como para poder cumplir la misión.

Respecto al armamento, dijo que las normas de la ONU prohíben en la práctica el uso de armas de más de 30 milímetros de calibre, salvo morteros, lo que excluye carros de combate o artillería, por lo que la Infantería de Marina llevará sus blindados Piranha y la Legión los BMR.

Aunque no citó a Hezbolá, dejó claro que las tropas españolas no se ocuparán de desarmarla, pues su tarea consistirá sobre todo en apoyar a las autoridades locales. "No vamos a asumir ninguna responsabilidad u obligación contra la iniciativa del Gobierno o las Fuerzas Armadas libanesas, ni tampoco a suplirles en lo que les corresponde", advirtió.

Al pedir la aprobación del Congreso para enviar hasta 1.100 militares a Líbano, Alonso recordó que la operación cumple todos los requisitos exigidos por la legislación española. "Nuestra participación tiene riesgos, pero es necesaria, está justificada, será constructiva y, además, es una obligación ética", concluyó.

Desde la tribuna de invitados, el jefe del Estado Mayor de la Defensa y el embajador del Líbano en España siguieron el debate.

José Luis Rodríguez Zapatero, José Antonio Alonso y María Teresa Fernández de la Vega, ayer en el Congreso.
José Luis Rodríguez Zapatero, José Antonio Alonso y María Teresa Fernández de la Vega, ayer en el Congreso.LUIS MAGÁN

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Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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