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Mundial de baloncesto 2006
Columna
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Un quinteto de manual

¿Quién se quejaba de la falta de emoción en los partidos de España en este Mundial? Ayer hubo ración triple. Nuestra selección se encontró con la oposición de una durísima Argentina, que tuvo en sus manos la victoria en un triple franco de Nocioni en los últimos segundos. Falló y España jugará su primera final mundialista, frente a Grecia, que ganó en un sensacional partido a un decepcionante ¿equipo? estadounidense.

En su condición de favorito, era importante para el combinado español comenzar imponiendo su juego. No fue así. Los argentinos lo sabían y salieron con defensas muy duras, al límite de la falta, poniendo el listón muy alto a los árbitros. Nos llevaron a su partido. Costaba sangre, sudor y lágrimas hacer una canasta. Quedó claro que tocaba sufrir. Con la aparición de Sergio Rodríguez y Rudy Fernández en el segundo cuarto conseguimos igualar el encuentro. Fueron los únicos momentos en los que España consiguió hacer su baloncesto. Sergio, valentísimo, asumió la responsabilidad en el ataque y Rudy encontró salidas a los atascos.

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Sufrimiento triunfal

A partir del descanso mandaron las fuertes defensas y llegamos a un final muy igualado. Era la primera ocasión en que España se encontraba con esta situación, pues hasta ahora había llegado a los últimos minutos con ventajas amplias. Era la primera gran prueba para España. Puede llamar la atención que decidiera jugar los últimos minutos con los titulares en la cancha cuando hombres como Navarro y Calderón no habían estado especialmente acertados hasta ese momento. Es una decisión complicada. Pero Pepu, que ha definido un quinteto claro durante todo el campeonato, optó por aplicar su manual.

En su etapa estudiantil, el entrenador ya dejaba claro que los últimos minutos eran para los titulares. El jugador lo sabía y, aunque antes no hubiese estado muy brillante, estaba lo mejor preparado posible. Ayer, Pepu dio la responsabilidad a quienes, en mi opinión, deben asumirla. Y los jugadores lo estaban esperando.

Salió bien, aunque con mucho sufrimiento y una pizca de fortuna. Ahora, a disfrutar de la final.

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