El dogma de los microcréditos
Es habitual en EL PAÍS la presencia de artículos y cartas glosando las bondades de los microcréditos como solución a la pobreza en el mundo.
El microcrédito es hoy día un dogma de fe para la opinión pública y, por tanto, incuestionable, más aún contando con el fervoroso apoyo de las instituciones financieras internacionales, de las ONG y de la bienintencionada sociedad civil. Se hace difícil pensar que persistan tales niveles de pobreza disponiendo de un arma tan simple y eficaz. Sin embargo, la realidad y los análisis más serios desmienten la panacea.
El microcrédito hace únicamente responsable al pobre de su pobreza, pretende que los desfavorecidos desarrollen una mentalidad "empresarial" equiparando la riqueza exclusivamente al negocio, propone el endeudamiento como única forma de participar en el sistema, añade penosas horas de trabajo a las ya sobrecargadas mujeres y genera nuevas formas de dependencia y no de emancipación y dignidad.
Mientras, los Estados y sus sociedades delegan sus responsabilidades políticas en manos del sistema financiero. La justicia social siempre estuvo lejos de los bancos.
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