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El Instituto de Práctica Empresarial propone clasificar en categorías a las promotoras inmobiliarias

El Instituto de Práctica Empresarial (IPE) ha desarrollado un sistema de evaluación para la clasificación de las promotoras inmobiliarias y constructoras que permitirá establecer una clasificación en categorías de las mismas. Según el director de investigación del IPE, José Antonio Pérez, se trata de un instrumento para la autorregulación del sector que permitiría "una mayor transparencia y profesionalización" del mismo.

"Hoy por hoy se hace imprescindible despejar el grano de la paja y este sistema brinda una oportunidad excelente a todos aquellos que tienen buenas prácticas", explicó Pérez. Para ser aplicado, el sistema requiere que sea aceptado por las propias empresas, pues la evaluación requiere una serie de datos que sólo ellas mismas pueden facilitar. En el desarrollo del modelo, en el que el IPE ha trabajado durante dos años con la Universidad de Málaga, han colaborado 25 empresas malagueñas del sector inmobiliario, por lo que los responsables del cluster creen que sí existirá una buena respuesta.

El modelo MASI (Modelo de Autorregulación del Sector Inmobiliario) incluye mediciones de las empresas en cuatro apartados: financiero, clientes, capacidades y procesos e innovación y aprendizaje.

En cada categoría hay una escala de cuatro grados, desde la mejor, A, a la peor, D, y pudieran darse casos en que una empresa obtuviera una calificación excelente en un apartado, pero presentara deficiencias en otro.

En la perspectiva financiera se consideran cuestiones como la seguridad a corto plazo (ritmo de ventas, coeficiente de liquidez y tesorería), viabilidad (suelo disponible y tiempo en ponerlo en carga, volumen económico y costes fijos) y prosperidad (retorno de la inversión).

En el apartado de cliente se mide la satisfacción de éste, partiendo de encuestas a los compradores, fidelidad y posicionamiento de la marca. Uno de los objetivos añadidos del sistema, según Pérez, debe ser la creación de marcas en un sector que se caracteriza por no tenerlas cuando hay comportamientos muy diferentes de las empresas.

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En la perspectiva de gestión se miden cuestiones como los tiempos de gestión de los suelos y ejecución de las promociones, la relación con las entidades financieras en cuanto a capacidad de endeudamiento y condiciones de financiación o la disposición de una política comercial propia.

El cuarto factor considera si la empresa diversifica sus productos y servicios, la innovación y las relaciones laborales.

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