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Fútbol | 31ª jornada de Liga

El caos envuelve al Depor

El enfrentamiento entre Joaquín Caparrós, el técnico, y César Augusto Lendoiro, el presidente, divide a la plantilla y dispara la alarma de la afición

Xosé Hermida

Hace apenas tres meses que el Deportivo anunciaba un nuevo amanecer. El presidente, Augusto César Lendoiro, aseguraba haber aliviado la dramática situación económica del club y proclamaba el inicio de un nuevo ciclo con el propósito de rejuvenecer una plantilla que ya no da más de sí. El entrenador, Joaquín Caparrós, se lo creyó al pie de la letra y, antes de concluir 2005, escenificó una feliz foto de familia con Lendoiro para anunciar, entre toda clase de parabienes, que renovaba su contrato por dos temporadas más. Tres meses después, el Depor se ha sumido en el caos. Y Caparrós constata: "Parece que vamos a vender hasta los balones". El técnico se ha enfrentado a Lendoiro y amenaza con irse. El conflicto divide a la plantilla y ha sembrado la alarma entre la afición.

Riazor estará esta tarde escuchándose a sí mismo, interpretando cada murmullo, cada aplauso, cada silencio de reprobación. En algunos de los foros de Internet que más frecuentan los hinchas blanquiazules se han hecho llamamientos a la pañolada para el partido de hoy contra el Racing de Santander. Y como destinatario se apunta a Lendoiro, el dirigente siempre indiscutible, el guía que llevó al club al paraíso desde los avernos de la Segunda División.

Siempre le han gustado las sensaciones extremas, pero pocas veces se ha visto a Lendoiro tan acorralado. Los bancos ya le dan poco crédito. Y la plantilla ha asumido que se encuentra en liquidación, con los jugadores más cotizados -Duscher, Víctor o el convaleciente Andrade- pendientes de encontrar un nuevo destino para sus carreras.

La posición del Deportivo en el mercado es tan débil que hasta otro club al borde de la ruina, la Real Sociedad, le madrugó en diciembre la cesión del chileno Mark González, jugador del Liverpool. Ese episodio dejó tocado a Caparrós, quien a partir de ese momento empezó a sospechar que el cuadro gallego no era tan idílico como le habían contado.

Al preparador sevillano se la han acumulado los agravios. Casi todos los ha ido detallando esta semana en diversas declaraciones públicas. La ampliación de su contrato debería hacerse extensiva a sus dos colaboradores de mayor confianza: el segundo entrenador, Luci Martín, y el preparador físico, Javier Reyes. Pero, una vez que Caparrós firmó su renovación, en el club se olvidaron de ellos.

Al entrenador también le disgustó que no se entablasen conversaciones con Molina y Víctor, cuyos compromisos concluyen en junio. Y mucho menos que no se pusiese coto a los comentarios sobre la venta de futbolistas como Duscher o Sergio. "Parece que se va a vender hasta al apuntador", explotó Caparrós el pasado martes, en una entrevista en Radio Coruña, de la cadena SER.

El club optó por una réplica indirecta, aunque expeditiva. Fue a través del periódico del que es coeditor, Depor Sport, que publicó una portada alardeando de que hay otros entrenadores dispuestos a fichar por el equipo. Citaba a Javier Aguirre, ahora en Osasuna, y a Bernd Schuster, en el Getafe, y hasta dejaba abierta la posibilidad del retorno de Javier Irureta, en el paro desde que puso fin a sus siete temporadas en A Coruña. Aunque el rotativo se edita bajo la supervisión del hijo mayor de Lendoiro, el club se desvinculó de esas informaciones. El presidente optó por el mutismo, pero, a través de su portavoz de prensa, expresó su "perplejidad" por los ataques de Caparrós.

La crisis también ha dejado al descubierto las divisiones en la plantilla sobre la figura del entrenador. El pasado jueves, Molina lo apoyó expresamente. Ayer, Coloccini opinó que manifestaciones como las de Caparrós "no caen bien a nadie".

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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