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La reforma del Estatuto catalán

El Congreso da luz verde al Estatuto

Enric Company

La propuesta de reforma del Estatuto de Cataluña salió ayer adelante en la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados tras diez jornadas de debate y con el respaldo de los socialistas, CiU, IU-ICV, el PNV y CC. Contra el proyecto votaron el PP, al que todos los demás grupos acusaron de haberse autoexcluido por interés partidista; los independentistas de Esquerra Republicana (ERC), que consideran insuficiente el reconocimiento de Cataluña como nación que figura en el Preámbulo, y EA. En nombre del primer grupo del Congreso, el PSOE, el diputado Diego López Garrido definió el nuevo Estatuto como "bueno para Cataluña y bueno para España", porque respeta la demanda de mayor autogobierno que venía del Parlamento catalán, y porque ha sido adaptado a la Constitución "por la vía del consenso y el diálogo". Y añadió: "Es un texto impecablemente constitucional, que preserva las funciones del Estado sin lesionar la voluntad del Parlamento de Cataluña". El siguiente paso es la aprobación por el pleno del Congreso, el próximo día 30.

Carod (ERC) justifica el 'no' basándose en la "insuficiencia" del reconocimiento de Cataluña, aunque admite avances
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La última jornada de la Comisión Constitucional, que dio luz verde al Estatuto, con la participación de la delegación del Parlamento catalán, tuvo la tensión política de las grandes ocasiones. Pero la votación fue la esperada: 22 votos a favor contra 17 en contra en la representación del Congreso, y 28 votos a favor contra 10 negativos en la delegación del Parlamento autónomo.

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La ocasión propició el recurso a citas del discurso de Manuel Azaña en la aprobación del Estatuto de 1932; de Jordi Pujol en la aprobación del Estatuto de 1979; de Jordi Solé Tura relativas a la elaboración de la Constitución; del ex presidente Adolfo Suárez sobre la transición... E incluso del ultraderechista Blas Piñar, de quien el ecosocialista Joan Saura dijo que ante el Estatuto de 1979 mantuvo posiciones más moderadas que las expuestas ayer por el portavoz del Partido Popular, Eduardo Zaplana.

Debate sobre nación

La tensión la introdujo Zaplana ya de entrada al manifestar que el proyecto catalán "rompe el consenso constitucional" y al equipararlo con el plan Ibarretxe. Todos los grupos de la izquierda y CiU le respondieron con duras respuestas.

El meollo está, sostuvo Zaplana, en que en el preámbulo del Estatuto, que era el apartado que ayer se debatía, "se reconoce un acto de soberanía paralela" a la de las Cortes. De un preámbulo que reconoce la nación catalana, argumentó, se sigue luego con el reconocimiento de los símbolos nacionales, una relación bilateral con el Estado, unas competencias exclusivas "insumisas" a la legislación básica, unas relaciones exteriores propias y una concepción de las finanzas de la Generalitat "que hace inviable la acción del Estado".

Pero el debate contuvo una gran variedad de cruces y contraposiciones, y las palabras de Zaplana no quedaron sin respuesta. El secretario general del grupo socialista, Diego López Garrido, y Gaspar Llamazares, de Izquierda Unida, destacaron que el Tribunal Constitucional ya ha "descalificado" la tesis del PP según la cual el Estatuto sería una reforma encubierta de la Constitución. López Garrido recriminó al PP que, a pesar de ello, haya persistido en el rechazo total, sin realizar otras aportaciones que la demanda de retirada de todos los artículos.

La defensa que del proyecto hizo el líder de CiU, Artur Mas, se basó en lo que Zaplana había atacado: el reconocimiento de Cataluña como nación. Reconocimiento que, sin embargo, el presidente de ERC, Josep Lluís Carod, juzgó "insuficiente". "Las Cortes van a reconocer con su voto un acto del Parlamento catalán que dice que Cataluña es una nación", proclamó Mas. Fue una exhibición de centrismo entre el PP y ERC. Frente a los profetas del "catastrofismo", dijo, y los profetas de la "frustración", se ha impuesto la voluntad de los grupos que prefieren avanzar.

Llamazares puso en evidencia que la aprobación del nuevo Estatuto catalán ha sido un fruto y una victoria de las mayorías de izquierdas existentes en Cataluña y en España, "frente al residuo ultraconservador y la actitud neocentralista". Acusó al PP de estar "en rebeldía ante el Tribunal Constitucional" y de "preparar la deslegitimación" del Congreso con la recogida de firmas contra el Estatuto que sigue llevando a cabo. Y de hacerlo, "no ante una ruptura de España", sino ante lo que es, sencillamente, "una mejora sustancial" del modelo autonómico.

Carod justificó el no de Esquerra por la "insuficiencia" del reconocimiento nacional de Cataluña, aunque no negó los avances en otros aspectos. Para los independentistas, el asunto crucial es que, en la mejor de las coyunturas, con un presidente del Gobierno español "educado, correcto, amable y cordial", al que reconoció el mejor de los talantes, "la plurinacionalidad legal no llega". Y si ahora no llega, constató, "es que no puede ser, es imposible". Su conclusión fue que España, como Estado "no quiere ser plurinacional". Hizo una de sus frases contundentes: "España es un Estado, una nación, una lengua, un aeropuerto y punto". Reacio a abandonar sus esperanzas, Carod finalizó su discurso aludiendo a que quizá "lo que hoy no quieren reconocer como nación mañana deberán hacerlo como Estado".

Los integrantes de la Comisión Constitucional, excepto los representantes del PP, posan a las puertas del Congreso en la última jornada de debate.
Los integrantes de la Comisión Constitucional, excepto los representantes del PP, posan a las puertas del Congreso en la última jornada de debate.ULY MARTÍN

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