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Fútbol | Liga de Campeones

Un partido sin término medio

El Barça aspira a rematar en la vuelta la ventaja de la ida ante un Chelsea muy puesto para combatir la carga ambiental

Ramon Besa

Hoy no hay término medio que valga en el Camp Nou. El Barça y el Chelsea, campeones y líderes de sus Ligas respectivas, se repelen tanto que se han emplazado a un duelo europeo tan extremista que recuerda a las versiones más combativas de los clásicos entre barcelonistas y madridistas. A efectos de la hinchada azulgrana radical, Mourinho merece ahora el mismo trato que en su día Figo. La clasificación de su equipo no sólo significa alcanzar los cuartos de final de la Champions, sino también eliminar al máximo rival en la cancha y en la manera de concebir el fútbol como juego y como negocio.

La carga ambiental es tremenda por el desafío de Mourinho, un ex trabajador del Barcelona que triunfa como entrenador y que, pese a no tener su ingenio ni su gracia, aspira a gobernar el mundo a la manera de Helenio Herrera. A Mou le encantan los encuentros como el de esta noche. Así que procurará que tenga el máximo dramatismo posible: juega su equipo en el terreno más hostil posible, sobre todo por conocido, y con un gol en contra de la ida (1-2).

Hará bien el Barça en ser inteligente, no fiarse y no entrar al trapo no sólo por la mala experiencia de Figo, que ya está en el Inter, sino porque ha recuperado la corona del fútbol español y combate al Chelsea desde una posición de cierta comodidad. Únicamente le falta rematar en la vuelta la buena faena de la ida. Ahí está precisamente el nudo del asunto: el Barça es un equipo concebido para atacar, que es justamente el rival que necesita el Chelsea para ganar. Paciente por definición, el cuadro inglés no necesita jugar para marcar, sino que le alcanza con aprovechar las jugadas de estrategia que siempre se trabaja por la calidad física y táctica de sus futbolistas. El Chelsea sólo sale de su campo para cantar gol y no le importa aguardar hasta el último minuto. Aunque le cuesta marcar más de dos tantos, por mucho que ganara en Anfield por 1-4, no resulta fácil enfrentarse a él ni siquiera ahora que no cuenta con el sancionado Essien, el centrocampista que mejor mezcla defensivamente con Makelele para que Lampard pueda dispararse en el ataque.

Al Barça, por lo demás, le cuesta gobernar los partidos que se le ponen francos. Ocurrió ante el Deportivo y también en Stamford Bridge, escenario en el que remontó desde la adversidad después de recibir un gol con superioridad numérica por la expulsión de Del Horno. Messi desequilibró el encuentro de Londres y Rijkaard le ha reservado para que repita en Barcelona aun cuando la marca de Gallas puede ser más dura que la del lateral vasco. El Barça presentará seguramente la misma alineación y, si pudiera, también repetiría partido, por más impaciente que se ponga el público del Camp Nou, deseoso desde el curso pasado de ajustar cuentas con Mourinho, idolatrado por los 4.000 seguidores que hoy le darán calor.

La historia, de momento, está de parte del Barça, que ha ganado al Chelsea en las cuatro visitas anteriores al estadio y en los 19 enfrentamientos que suma con equipos ingleses sólo ha cedido una victoria ante el Liverpool, con gol de Toshack, en 1976. Nadie como Mourinho, sin embargo, para revertir la situación más estable.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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