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Entrevista:Bret Easton Ellis | EL CRONISTA DE UNA SOCIEDAD DESQUICIADA

"Es imposible escribir verazmente sobre uno mismo"

Vive en una suite del lujosísimo Chateau Marmont, un hotel que remeda un castillo medieval, transitado por estrellas de Hollywood, cantantes de rock y gente del mundo de la moda. Una falange de empleados se afana en servir a los ricos y famosos, aparcando sus deportivos, yendo y viniendo a fin de satisfacer sus caprichos. A la hora concertada para la entrevista, aparece en el lobby del hotel un individuo sonriente y sudoroso, de rostro sonrosado y pelo al cepillo. Va vestido con chándal negro y zapatillas de deporte del mismo color. El periodista lo sigue hasta una suite ubicada en una de las torres almenadas del chateau. La pieza consta de varias estancias despojadas de todo adorno, con enormes ventanales que dan a Sunset Boulevard, Santa Mónica, las colinas de Beverly Hills, y los valles que constituyen el paisaje urbano de la enloquecida y fascinante Los Ángeles. El aspecto del celebérrimo escritor hace pensar en un astronauta. Antes de servirse una coca-cola helada, sonríe con cansancio y pregunta: ¿qué puede querer saber el público de mí que no sepa ya?

"Mis novelas constituyen un mapa emocional de lo que he sido y lo que soy. (...) Uno se expresa con mucha más libertad y veracidad por medio de la ficción que cuando escribe en un blog, o en un diario"
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PREGUNTA. ¿Cuáles son las cinco mejores novelas de todos los tiempos?

RESPUESTA. El Gran Gatsby, Lolita, La educación sentimental y Ana Karenina. El último puesto varía según el estado de ánimo del día. Hoy elegiría Middlemarch, de George Eliot.

P. ¿Y los escritores vivos más grandes de su país?

R. En primer lugar, Philip Roth, seguido muy de cerca por Don DeLillo y Joan Didion (por cierto que en Europa nadie tiene ni idea de quién es, cosa que me asombra)

... y por supuesto Norman Mailer. Cuando se hace este tipo de recuentos, siempre se olvida a alguien esencial.

P. ¿En qué se diferencia Lunar Park

de sus novelas anteriores?

R. Empecemos por lo más obvio. No está escrita en el presente, sino que utilizo como tiempo narrativo el pasado. En segundo lugar, el protagonista se llama Bret Easton Ellis, y ha escrito las mismas novelas que yo. El estilo de Lunar Park se aproxima mucho al que utilizo en mis cartas y escritos personales. El tono es intimista. Es el libro de alguien mucho más abierto y vulnerable.

P. Juega con los límites de la ficción y la autobiografía. ¿Qué género está más cerca de la verdad?

R. Es imposible escribir verazmente acerca de uno mismo. Yo lo he intentado y lo único que hacía era acumular mentiras. Mi preocupación primordial era parecer mejor de lo que soy; falseaba datos, los ocultaba, los embellecía. Los autores de diarios son todos unos farsantes, su único objetivo es dar una imagen favorable de sí mismos. Pero entonces me ocurrió algo muy curioso: comprendí que mi verdadera autobiografía yacía enterrada en las cinco novelas que había publicado. Mi obra de ficción era mi autobiografía, ahí es donde se encerraba la verdad acerca de mi vida. Mis novelas constituyen un mapa emocional de lo que he sido y lo que soy. Siempre se escribe sobre uno mismo, es imposible que no sea así, y eso vale de manera especial para la ficción. Uno se expresa con mucha más libertad y veracidad por medio de la ficción que cuando escribe en un blog, o en un diario.

P. Su estilo siempre había sido descarnado, frío, ajeno a toda suerte de sentimentalismo. En Lunar Park,

sin embargo, permite que afloren los sentimientos.

R. Los personajes de mis novelas anteriores llevaban existencias vacías; sólo les preocupaba el glamour, el sexo, el lujo, las drogas, el dinero y las emociones fuertes. Era gente incapaz de expresar sus sentimientos, llevaban un estilo de vida que les aniquilaba el alma y borraba sus sentimientos, cometían asesinatos brutales sólo por el placer de probar sensaciones nuevas. Sólo que lo que hacían mis personajes eran cosas que ocurrían en la sociedad norteamericana y mi manera de escribir era un reflejo de eso. Yo no me identifico con mis narradores. Soy un tipo sensible, incluso hipersensible, que siempre ha tenido una veta sentimental. Aunque le extrañe, lloraba con facilidad. Quizá porque me tocó en suerte un padre brutal. En cuanto al contenido, mis libros anteriores eran sátiras feroces de la sociedad norteamericana que me tocó vivir. En Lunar Park, el impulso satírico se ha mitigado, fue fortuito. Los temas que aparecen son el perdón, la pérdida, el proceso de escribir. Hago frente a los muchos sentimientos sin resolver que tenía acerca de mi padre, porque me daba la sensación de que me estaba convirtiendo en él. Además, durante la gestación de la novela, ocurrió algo inesperado. Mi padre se murió de repente, sin haber cambiado, dejándome a solas con el reto de resolver mi relación con él (o la falta de relación). Yo no tenía intención de escribir sobre mi padre, pero a raíz de su muerte, su espectro empezó a flotar sobre la novela.

P. ¿Ha resuelto el conflicto?

R. Me ha costado mucho, pero lo he conseguido. Antes iba conduciendo y me sobrevenía el recuerdo de algo horrible que había hecho y le insultaba en voz alta. Ya no tengo necesidad de hacer cosas así. Mi padre murió sin darme la oportunidad de hablar cara a cara con él acerca de ciertas cosas. Cuando desapareció, no supe cómo reaccionar a su ausencia. Escribir este libro supuso un exorcismo gigantesco. Cuando lo terminé sentí que me había quitado un peso enorme. Por encima de todo, sentí una lástima infinita hacia él. Me di cuenta de que había vivido atrapado en su mundo y que había sido un ser muy desdichado. Por primera vez sentí ternura hacia él. Eso no quiere decir que le perdone ni tampoco que lo quiera. Pero mis sentimientos cambiaron.

P. En Lunar Park

hay un personaje comete los mismos asesinatos que se describen en

American Psycho,

estilo

copycat,

su libro más polémico. ¿Cómo ve ese libro ahora?

R. Han pasado muchos años y se sigue vendiendo y leyendo mucho. De hecho, cuando voy de gira para promocionar un libro, suele ocurrir que la gente tenga más interés por American Psycho que por la novela que estoy promocionando El tema del libro es el descubrimiento por parte de un joven ejecutivo del verdadero rostro de la sociedad en la que se tiene que integrar. Se trata del mismo descubrimiento que hice yo cuando tenía veintipocos años y acababa de salir de la Universidad. Había vivido en una burbuja hasta los 18 años, y de repente, como tantos jóvenes, me vi lanzado al mundo, completamente solo. Son muchos los jóvenes que cuando les sucede algo así se dicen: de modo que esto es el mundo, de esto es de lo que se trata. ¿Esto es lo que hay que hacer para abrirse camino y funcionar y triunfar? La sociedad es una mierda, todo es basura y un montón de mentiras. Esa frustración y ese shock, que compartía con toda una generación, provocaron la rabia que me hizo escribir American Psycho. Aunque por aquel entonces yo lo único que quería era hacer una crítica de los valores yuppies y del corporativismo de Wall Street, en realidad el libro se adentraba en un territorio mucho más vasto, sin ser yo muy consciente de ello. Sentí una enorme furia acumulada en mi interior, una rabia que trasvasé al protagonista, Patrick Bateman. Hace un par de años, releí el libro por primera vez desde que se publicó, y en lo esencial sigo estando de acuerdo con el diagnóstico que hace Patrick Bateman de la sociedad norteamericana contemporánea. Cuando releí American Psycho, entendí mejor a Bateman y me di cuenta de que era un pobre hombre. Hay algo extraño en ese reconocimiento. Cuando escribí la novela, a los veintitantos años, yo quería experimentar con la forma narrativa, yuxtaponiendo escenas de gran brutalidad con escenas cómicas. Quince años después, me di cuenta de que la visión del mundo que subyace al libro es más profunda de lo que yo mismo creía cuando lo escribí. Eso me ha dado mucho que pensar.

P. Para muchos, y eso quizá sea una forma de condena, su primer libro, Menos que cero,

sigue siendo el más emblemático, su verdadera aportación a la literatura de su país.

R. Las nuevas generaciones, gente que ahora tiene la edad que tenía yo cuando lo escribí, se siguen acercando a Menos que cero con gran curiosidad. Entonces me pareció que era una instantánea de mi vida en aquella época. Clay, el narrador, hacía lo mismo que yo y que tantísimos otros jóvenes: drogas, sexo, fiestas, alcohol, nihilismo. Pero creo que el libro sigue teniendo validez para la siguiente generación, porque conecta con la frustración que experimentan muchos adolescentes, y esa frustración y alienación no se pueden fingir. Menos de cero es una novela escrita por alguien que tenía 18 años y su mensaje lo entiende de manera inmediata la gente muy joven, ahora igual que entonces. Un escritor de 30 años no habría podido escribir algo así. Los lectores de mi edad se sintieron inmediatamente identificados con la novela, el vacío de sus vidas era el que aparecía en ella, la autocompasión, sentir que el mundo es una mierda y que no tiene nada que ver con lo que siento yo, que estoy aburrido y necesito hacer algo y escapar. Pero le digo lo mismo hace un momento acerca de American Psycho: todo eso lo veo ahora, entonces yo sólo daba voz a un sentimiento. Aún no tenía 20 años, y era mi primera novela

... y era una novela sobre el fracaso moral, sobre la pasividad, sobre un personaje muy, muy joven, que no sabe cómo actuar y defenderse de la sociedad construida en torno a él, alguien pasivo, incapaz de hacer nada, pero precisamente porque la sociedad que le rodea le da asco y le parece horrible, se queda sin capacidad de reacción. Ante lo que se le ofrece la única opción viable es la pasividad, la negativa a integrarse... En eso reside la fuerza del libro.

Bret Easton Ellis (Los Ángeles, 1964).
Bret Easton Ellis (Los Ángeles, 1964).IAN GITTER

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