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Columna
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El "puerco espín"

El PP no se aclara con la reforma del Estatuto catalán. Comenzó oponiéndose al proyecto y votando en contra de su admisión a trámite en el Congreso, por ser inconstitucional. Luego anunció que no participaría en el debate, como ordena la Constitución, presentando las correspondientes enmiendas con el fin de corregir esa inconstitucionalidad. Según declaró Rajoy, a un "puerco espín es difícil hacerle una permanente". El trámite parlamentario quedaba, así, en manos de todos los grupos parlamentarios excepto el del PP. Finalmente, el señor Rajoy cambió de opinión. Y el último día en que acababa el plazo para la admisión de enmiendas, el PP decidió presentar las suyas. Enmiendas que suponen, prácticamente, la supresión de todo lo que supone, en el proyecto de reforma presentado por el Parlament de Cataluña, modificación del actual Estatuto vigente. Es decir, que en lugar de una "permanente", lo que el señor Rajoy propone es un corte al cero de los pinchos del puerco espín. Y para llevar a cabo esta operación, el líder del PP le ofrece al presidente Zapatero su mano tendida para salir de la crisis política a la que, en su opinión, ha conducido esta reforma. Llega el último, después de tantas negativas, y se erige en el gran solucionador del problema, el salvador de la patria. Su protesta: que el Congreso apruebe un Estatuto similar al existente, incluso con algún recorte, podando el proyecto de reforma remitido por el Parlament de todo lo que suponga añadidos o modificaciones del texto hoy en vigor. Y si no se accede a esta petición, Rajoy se dedicará a proclamar a los cuatro vientos que tendió su mano y fue rechazada. Ofreció un generoso pacto y no obtuvo respuesta. Claro que la opinión que en el Partido Popular deben tener de lo que ha de ser un Estatuto para Cataluña, queda reflejada en estas palabras pronunciadas por su líder, el ínclito señor Rajoy: "La Generalitat está para hacer carreteras y poco más". Es decir, la función que en el siglo XIX se asignó a las diputaciones, cuando a don Javier de Burgos se le ocurrió dividir España en provincias. Rajoy añora el pasado. En Cataluña miran hacia el futuro.

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