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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Voto masivo en Irak

Los millones de iraquíes que acudieron ayer en masa a las urnas, en una jornada en la que sólo hubo tres muertos en atentados, en comparación con la violencia de los días y semanas anteriores, hicieron una encomiable demostración de civismo en condiciones muy difíciles. Han sido las terceras elecciones en un año, en principio para el primer ciclo completo de una nueva Asamblea Nacional tras la caída de Sadam Husein. Pese a las esperanzas depositadas en ellas como jalón hacia un Irak federal y democrático, son otro comienzo de un camino largo, sinuoso y explosivo.

Habrá que esperar días para conocer los resultados. La participación se anunció superior a la de enero. Lo más importante es que esta vez los suníes también han acudido en número importante a las urnas para no quedarse marginados del nuevo reparto del poder. Nada puede construirse en el país árabe sin quienes fueron los principales beneficiarios de la dictadura de Sadam. La titánica empresa consiste en hacer un Gobierno, y una reforma constitucional, para que los iraquíes se sientan representados como conjunto, más allá de etnias, tribus o sectas. Su participación es tanto más crucial por cuanto los suníes son el principal vivero de la insurgencia que se suma al terrorismo de Al Qaeda.

Occidente y la mayoría de los vecinos árabes firmarían por un triunfo laico en unos comicios con miles de candidatos y cientos de grupos. Pero lo probable es una renovada victoria de los mayoritarios chiíes articulados en torno a la Alianza Iraquí Unida. El gran ayatolá Alí Sistani apoya esta lista de los clérigos, bloque islamista que cobija incluso a extremistas como Muqtada al Sadr. Otros líderes chiíes, como el ex primer ministro Alaui o el reinventado Chalabi, han apelado a un voto al margen de identidades étnicas o religiosas. Algo ajeno a los kurdos, fieles a la alianza de los dos partidos que monopolizan el poder en las tres provincias norteñas.

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Es improbable un ganador rotundo, y la concreción del nuevo poder será inevitablemente larga, entre otros factores porque el presidente y el primer ministro necesitan la aprobación de dos tercios del Parlamento. Sea como sea, los comicios permitirán a Bush anunciar una esperada retirada parcial de sus tropas del país ocupado.

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