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El fiscal pide 10 años al acusado de matar a otro hombre por celos

La policía halló a la víctima envuelta en bolsas debajo de una cama

Miguel Rubio reconoció ayer ante el tribunal del jurado que en la madrugada del 28 de agosto de 2004 mató a Javier Turó. Admitió que discutieron cuando le encontró mirando fotos íntimas de él y su novia, con quien la víctima también mantenía relaciones. El fiscal califica los hechos de homicidio y solicita 10 años de cárcel. La acusación particular pide 18 años por asesinato. Y la defensa, cinco años.

Miguel Rubio admitió ante el jurado constituido en la Audiencia de Valencia para juzgarle que en la madrugada del 28 de agosto de 2004 mató a Javier Turó. Pero también dijo que esa no era su intención. Miguel Rubio mantenía una relación sentimental con J. N.V., quien a su vez había mantenido antes una relación sentimental con el fallecido. Rubio reconoció que su relación de pareja pasaba una crisis importante. La noche de los hechos se encontraban los dos hombres en el apartamento propiedad de la chica en La Pobla de Farnals, en la urbanización Cinco Mares. Durante varias horas estuvieron tomando cocaína y heroína, especialmente él. La hermana de la chica con la que ambos estaban relacionados apareció en el apartamento y Rubio se escondió en una habitación porque le debía dinero y no quería verla. Cuando se marchó, salió y se encontró a Javier Turó en el salón mirando unas fotografías íntimas de él y de su novia. Ese fue, dijo, el origen de una discusión que fue subiendo de tono y que acabó por desatarse en golpes cuando la víctima hizo ostentación de la relación sexual que mantenía con la que era aún novia de su agresor. Rubio dijo que acabaron en el suelo, que su objetivo era mantenerlo quieto. "Quería que dejara de moverse y le cogí las piernas y luego por el cuello y le eché encima el saco de dormir", explicó. El informe forense relata que Javier Turó murió estrangulado con las propias manos del agresor, que le ató después un cable de auriculares al cuello y después las manos.

El cuerpo en salfumán

El acusado se durmió y horas después, relató, se dio cuenta de que Javier Turó no dormía, no estaba inconsciente, estaba muerto. Aseguró que no supo que hacer. "En ese momento supe que la había cagado y sólo quería ir a Cuenca a buscarla a ella y estar unos días bien con ella". Y lo hizo, pero primero metió el cuerpo en la bañera, la llenó de agua y vertió salfumán. Se marchó a Cuenca, donde trabajaba la chica, pasaron dos o tres días y regresaron al apartamento. Ella no vio nada, no usó el baño donde estaba el cadáver. Pero sí supo que Javier había desaparecido y que los amigos le estaban buscando El 1 de septiembre J.N.V. recibió un mensaje en el móvil en el que el acusado le decía que fuera al apartamento con la policía y que él se entregaría. El cuerpo estaba bajo una cama, metido en bolsas de plástico y dentro de un saco de dormir.

La chica explicó que días antes de los hechos había roto con el acusado, "pero ellos dos eran amigos, mis ex siempre han sido amigos", afirmó, que desde meses antes mantenía una relación con la víctima y que con ambos tenía "roce". Definió al acusado como "un desastre" y aseguró ante el jurado que tenían problemas sexuales y que en cambio, con la víctima, "el sexo funcionaba muy bien".

El fiscal considera que Rubio es autor de un delito de homicidio, pide para él 10 años de cárcel, le aplica la atenuante de confesión, y fija en 30.000 euros la indemnización para la familia de la víctima. La acusación particular defiende el asesinato, pide 18 años y 130.000 euros. La defensa aplica las atenuantes de confesión y drogadicción y acepta cinco años de cárcel.

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