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Reportaje:

25 años buscando empleo a los jóvenes

La Fundación Noviasalcedo, que ha atendido desde su creación a 145.000 personas, intenta ahora humanizar las empresas

Jon Arrieta (Getxo 1946) parece un idealista: está convencido de que el modelo empresarial que sólo piensa en el beneficio y olvida el valor humano de los trabajadores va a desaparecer. Ésta, asegura, es una de las prioridades futuras de la fundación que preside, Noviasalcedo, que acaba de cumplir 25 años. En este plazo, ha atendido a más de 145.000 jóvenes, a los que ha ayudado preferentemente a hallar trabajo. "Al año insertamos a 750 jóvenes en el mercado laboral, el 80% en las empresas en que entran, y trabajamos con 400 compañías" en toda Euskadi, resalta.

Noviasalcedo es una fundación sin ánimo de lucro con 30 empleados y diez becarios, que se financia con los servicios de orientación e información que ofrece a ayuntamientos, los cursos de formación a jóvenes y, básicamente, los servicios a empresas. No recibe subvenciones."Nacimos por el impulso de un grupo de gente del mundo social y universitario y un cura, Txomin Bereziartua. De los fundadores, queda el cura, un parlamentario vasco, dos profesores de la UPV y tres que somos profesionales del mundo empresarial", precisa. El nombre de la entidad recuerda a Pedro Noviasalcedo, una de las personalidades vizcaínas del siglo XIX, quien fue diputado general.

"Trabajamos en campos donde la Universidad no actúa", recalca su presidente

"Trabajamos en campos donde la Universidad no actúa", destaca Arrieta, quien se enorgullece de su tarea con licenciados con salidas profesionales complejas. "Hemos colocado a filósofos, periodistas, abogados, químicos,... Manejamos 17.000 currículos". Junto a los programas de orientación para los municipios, la entidad ofrece cursos a jóvenes que les puedan servir para acceder a un puesto laboral y trabajan a la vez con empresas como vivero de futuros empleados.

Arrieta recuerda que, cuando surgió Noviasalcedo, el desempleo juvenil en Euskadi alcanzaba el 56%. "Eso nos movió a crear la fundación". Ahora, las cifras oficiales sitúan el paro juvenil en un 10%, frente a un porcentaje global de desempleo cercano al 5%. "Creemos que es mayor, porque anualmente salen 12.500 licenciados y tardan un año de media en colocarse. No nos salen los números", dice. Las mayores posibilidades de empleo no esconden la realidad de trabajos de inferior categoría y sueldos inferiores a los mil euros mensuales: "Hay una frustración brutal y los jóvenes se quedan con una imagen negativa de la empresa".

Para ello, Noviasalcedo traslada su labor al ámbito empresarial en la llamada responsabilidad social, que acabe con la percepción del trabajador como un simple número de la Seguridad Social y una nómina. "Tenemos 40 pymes que trabajan en la responsabilidad social y estamos esperanzados en que la situación va a cambiar. Desde luego, no se modificará por las organizaciones tradicionales, como la patronal y los sindicatos", indica.

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Recalca que para esta labor tienen "tres aliados fuertes": el BBVA, Telefónica y Caja Laboral. "Han entrado en este tema por los escándalos que han tenido en algunos casos, pero una vez entras, te obligas a ser transparente. Y ahora están muy contentos y van a incorporar a sus estrategias el medio ambiente".

Arrieta destaca que su organización colabora con otras 200 firmas en proceso de calidad avanzados. "Lo han hecho voluntariamente, independientemente de que algunas subcontratas estén obligadas por sus proveedores. Lo importante es que el Gobierno se apunte también, porque ahora opta más por apoyar las tecnologías que la inversión".

El responsable de la entidad enfatiza que los valores de la juventud resultan ahora muy diferentes a los de hace 25 años. "Son muy críticos con el sistema político y con el tipo de empresas que no tienen una visión un poco más humana". Apostilla que las cuestiones fundamentales para el futuro son el ocio y los valores humanos. "Hay un rechazo a cómo está montada la sociedad. La juventud está marginada de los procesos de la vida real y al margen de la participación pública".

Por ello, la fundación ha seguido de cerca la revuelta francesa, un proceso que descarta en Euskadi: "Allí hay una crisis económica fuerte y falta la integración. Hay que trabajar los valores de la solidaridad, la participación ciudadana y la emancipación". Y sigue pensando en cambiar el chip empresarial de búsqueda del beneficio por encima de la persona. "Ya se está modificando un poco", dice esperanzado.

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