La lámpara del Celta
Despreciado por Benítez, Canobbio regresa a Mestalla como emblema del equipo vigués
"Pido un sillón y me traen una lámpara". Cuando Rafa Benítez recibió con estas palabras el fichaje del uruguayo Canobbio por el Valencia, en 2003, no podía imaginarse el brillo que esa lámpara le daría al Celta, que, una vez más, habría de encontrar en las sobras del club de Mestalla materia prima para sus proyectos. Benítez pretendía un lateral derecho y Jesús García Pitarch, entonces director técnico,le suministró un joven y desconocido centrocampista del Peñarol. Todas las referencias de él que tenía el ahora entrenador del Liverpool se limitaban a un vídeo de 20 minutos, insuficiente para torcer un destino que se adivinaba lejos de Valencia, adonde hoy regresa Canobbio vestido de celeste y convertido en el emblema del nuevo Celta, flamante tercero en la Liga.
No ha sido el único malentendido que ha tenido que superar Canobbio (Montevideo, 1980) en España. Padece lo que podría denominarse el síndrome del zurdo, la propensión de los preparadores a coser a la banda a los jugadores que se manejan mejor con la pierna izquierda para compensar la mayoría natural de diestros. Si de lateral no servía, su amargo destino en Mestalla consistiría en competir en el costado izquierdo con el pletórico Vicente de la temporada 2003-04. Así que sólo participó en diez partidos. Pero quiso el azar que uno fuese contra el Celta. Canobbio enloqueció a Velasco, anotó su único gol valencianista y fue anotado en la agenda del secretario técnico vigués, Félix Carnero, que recomendó su fichaje para el Proyecto Retorno.
El mismo debate que suscitó en Valencia le persiguió en Segunda en sus inicios en el Celta, al que se incorporó la campaña pasada como cedido. La debilidad del entrenador, Fernando Vázquez, por el mediapunta Jandro era inversamente proporcional a la que tenía por el extremo Gustavo López, lo que le condenó de nuevo al ala. Hasta que el argentino se reivindicó y tuvo Vázquez que urdir un sistema en el que Canobbio y Jandro compartieran el balcón del área. Canobbio acabó con 12 goles y se convirtió en la imagen de aquel cuadro que tuvo que ratificar dos veces el salto de categoría.
Puede que en Segunda su calidad pasase inadvertida para el seleccionador de Uruguay, que nunca le convocó, pero no para su ex compañero Aimar, que lo destaca como una de los revelaciones del curso pasado. Y si en éste el Celta es una de las revelaciones en Primera se debe en parte al empeño que puso en su fichaje definitivo, por 2,5 millones de euros, y a su sensacional compenetración con Baiano. A pesar de los partidos que se han perdido por lesiones, juntos suman nueve goles, lo que les convierte en la tercera pareja más efectiva del campeonato. Dos tantos en los dos últimos partidos han encendido la lámpara de Canobbio en su regreso a Valencia.
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