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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Prevenir la pandemia

Desde el comienzo de la epidemia de gripe aviar que azota las granjas asiáticas se ha sabido que lo que hace potencialmente más grave esta amenaza es su capacidad de extenderse. Ayer se conoció un primer caso en Canadá, en dos patos silvestres en las provincias de Manitoba y Quebec. La virulencia del actual virus H5N1 ha quedado sobradamente demostrada y lo corrobora el hecho, en absoluto habitual en cepas precedentes, de que ha infectado a las aves migratorias, lo que ha aumentado su velocidad de expansión. Aun sin haberse producido la temida mutación que la haría contagiable entre humanos, es un grave problema sanitario y económico que ha obligado a sacrificar a 150 millones de aves, ha causado desde diciembre de 2003 la muerte de 68 personas, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) -la última la pasada semana en la provincia oriental china de Anhui-, y pérdidas por valor de 10.000 millones de dólares.

Pero los escenarios que se contemplan son catastróficos. A las pérdidas humanas habría que añadir un impacto económico enorme. El Banco Asiático de Desarrollo estima que, sólo en Asia, se produciría una caída del PIB del 6,5%. Estamos ante un problema de dimensiones colosales, potencialmente muy superior al de la neumonía asiática, que causó la muerte de 800 personas en 2003. Por eso es tan importante tratar de evitarlo, y eso no se logra con alarmas, sino con medidas.

En una sociedad globalizada, las estrategias han de ser también globales con objeto de concentrar con rapidez las medidas de contención donde la amenaza sea mayor. Por fin se han tomado algunas decisiones en esa dirección. La creación, por parte del Banco Mundial, de un fondo de 1.000 millones de dólares para contener la enfermedad en las granjas es el primer paso. También lo es la decisión adoptada en la reciente cumbre de Ginebra de crear un fondo de antivirales, gestionado por la OMS, para utilizarlos en la región donde eventualmente surgieran los primeros casos de contagio entre humanos en caso de mutación del virus. Aunque no está claro que estos fármacos pudieran tener eficacia, no tiene sentido que se produzca una carrera entre los países ricos para acapararlos. Las autoridades sanitarias han de asumir que la primera medida es crear diques de contención en el lugar donde surja la epidemia. Sólo así se podrá ganar tiempo para fabricar la vacuna.

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