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Entrevista:Carlos Marzal

"El mundo es una gran digresión"

Javier Rodríguez Marcos

Como poeta, Carlos Marzal ha ganado todos los premios posibles: del Loewe al de la Crítica pasando por el Nacional de Literatura. Ahora, cuando está todavía fresca la recopilación de su poesía reunida -El corazón perplejo (Tusquets)- y la revista Litoral acaba de dedicarle un número monográfico, el escritor valenciano, de 43 años, publica Los reinos de la casualidad, casi ochocientas páginas que su amigo Felipe Benítez Reyes califica como su "primera y quinta novela". En el Finnegans, un bar irlandés del centro de Valencia en el que el escritor solía reunirse con amigos como Francisco Brines, Fernando Delgado, Vicente Gallego y el fallecido César Simón, Marzal se define: "Por temperamento soy un vitalista absoluto; por pensamiento, un pesimista nato. Como puede más el temperamento, me comporto más como un entusiasta que como alguien decepcionado".

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PREGUNTA. Su novela es un largo juego de digresiones. ¿La escribió a partir de un plan previo?

RESPUESTA. En una novela tan extensa los planes terminan por traicionarse siempre. Igual que uno descubre el recorrido de la frase mientras está escribiendo, descubre el recorrido argumental de la novela a la vez que la va haciendo.

P. ¿La digresión es un carácter?

R. Es fundamental como ingrediente estilístico y, al mismo tiempo, como visión del mundo. Los personajes viven en una continua digresión biográfica y aventurera, y la propia escritura tiene mucho de eso.

P. Su novela está llena de personajes, pero todos están muy solos.

R. Sí, tienen mucho de extravagantes y solitarios. Todos tenemos algo de ambas cosas. Más de extravagantes, probablemente. De hecho, no existen ni las vidas corrientes ni los personajes comunes ni los seres carentes de interés. Cualquier vida mirada con una visión literaria es digna de rescatarse para la creación.

P. Sus personajes no son precisamente "correctos". ¿Comparte su visión del mundo?

R. Soy escéptico con el capítulo de la autobiografía. Cuando Flaubert dijo aquello de "Madame Bovary soy yo" no quería decir que era el personaje sino la novela al completo, la escritura de la novela, cada coma, cada tachadura. Eso es lo verdaderamente autobiográfico de la literatura.

P. Una idea recorre su novela: sólo sabemos parte de la historia y sólo podemos contar esa parte. Aun así, ochocientas páginas.

R. Imagínate en qué se habría convertido la cosa contando la historia entera. En serio, a pesar de que sólo sabemos parte de la historia, en la novela hay un apetito de contarlo todo, una ambición de atrapar al máximo la esencia del pensamiento de los personajes.

P. ¿En esa reivindicación del detalle hay una denuncia de la totalidad o su reivindicación?

R. Creo que no son aspectos contradictorios sino complementarios. Por un lado, aspirar a dar una visión general de las cosas, por otro, saber que nada en el fondo puede explicar el mundo porque el mundo es eso: una gran digresión biológica, cultural, sentimental.

P. He visto la verdad y no tiene sentido, dice usted citando a Chesterton. ¿Cómo se sobrevive sabiendo eso?

R. Con humor y con misericordia, sabiendo que somos seres defectuosos, que estamos hechos de una pasta problemática, que no es de una pieza, que no es demasiado fuerte.

P. Mientras, su poesía ha evolucionado hacia una visión, digamos, más creyente. Sin embargo, su novela tiene más ironía.

R. Yo creo que hay de todo, tanto en una como en otra. No sé si creyente es el término. Digamos que muestra una fe en determinadas cosas, en la vida... en los primeros libros de poemas también había una visión irónica y hasta sarcástica. En la novela se combinan las dos cosas: ironía y vitalismo. Estamos hechos de caracteres distintos. Yo no creo que uno escriba como es, como suele decirse. Uno escribe como puede. A veces es más que sus obra, y a veces, menos.

El poeta y narrador valenciano Carlos Marzal.
El poeta y narrador valenciano Carlos Marzal.JESÚS CISCAR

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Sobre la firma

Javier Rodríguez Marcos
Es subdirector de Opinión. Fue jefe de sección de 'Babelia', suplemento cultural de EL PAÍS. Antes trabajó en 'ABC'. Licenciado en Filología, es autor de la crónica 'Un torpe en un terremoto' y premio Ojo Crítico de Poesía por el libro 'Frágil'. También comisarió para el Museo Reina Sofía la exposición 'Minimalismos: un signo de los tiempos'.

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