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ESTRENO | 'Plan de vuelo: desaparecida'

Jodie Foster celebra que sólo le ofrezcan papeles de "mujer fuerte"

La actriz encarna a una madre que pierde a su hija de siete años en un avión

Papeles de mujer fuerte, con carácter. Son los que le gusta interpretar a Jodie Foster (Los Ángeles, 1962), aunque no se adapten a su frágil apariencia. Como el de Kyle Pratt -una madre que pierde a su hija de siete años en un avión que cubre el trayecto entre Berlín y Nueva York- en la película Plan de vuelo: desaparecida. "Lo mejor que le puede suceder a una actriz es dar vida a un personaje así, inteligente y que requiera un trabajo físico y emocional", explicó Foster hace unas semanas a un reducido grupo de periodistas en Sitges, donde presentó el thriller, dirigido por el alemán Robert Schwentke, y recibió un premio honorífico a su trayectoria. "Me atraen esta clase de papeles, y, si miro hacia atrás en mi carrera, me doy cuenta de que siempre, desde jovencita, he optado por encarnar a mujeres fuertes. Jamás he sido la ingenua novia del chico de la película. No me hubiera sentido cómoda siéndolo. Y estoy convencida de que haber rehuido estos personajes ha sido, a la larga, una bendición", añadió la ganadora de dos oscars, por los filmes Acusados (1988) y El silencio de los corderos (1991).

"La industria de Hollywood puede engullirte y escupirte si no andas con cuidado"
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Pese al orgullo que expresó por cómo ha conducido hasta ahora su profesión, Foster -que durante la charla apuró un espumoso capuchino y lució unas modernas y pequeñas gafas, que no había usado horas antes en la concurrida rueda de prensa, y que le daban un decidido aire intelectual- no ocultó que, tarde o temprano, le encantaría trabajar en un filme para el que tuviera que prepararse a fondo con el objeto de "dominar alguna habilidad" que no posee. "Digamos que me gustaría hacer una película que me exigiera, por ejemplo, asistir a lo largo de cuatro meses a clases de violín o seguir un curso intensivo de práctica de esgrima", confesó.

Aparte de la simpatía que sentía hacia el personaje que representa en Plan de vuelo: desaparecida, Foster, que es madre de dos hijos, Charles y Kit, de siete y cuatro años, dijo que otra razón que la había predispuesto a implicarse en el largometraje fue que podía entender perfectamente cómo se sentía la protagonista ante la extraña pérdida de su hija. "Todos los padres hemos estado en algún momento en un parque o en un supermercado, nos hemos dado la vuelta y nos hemos dado cuenta de que nuestro hijo ya no estaba. Pueden transcurrir sólo unos segundos, tal vez unos minutos, pero lo seguro es que uno lo pasa realmente mal, porque tiene ese sentimiento de que es incapaz de mantener a salvo al niño, de que no puede cuidarlo".

También le interesó el contexto en el que se desarrolla la misteriosa acción: "Un vuelo en un avión es una situación muy adecuada para simbolizar esta clase de ansiedad a la que me refiero. Se trata de un aparato que tú no pilotas, no controlas y, además, compartes un espacio reducido con un grupo de seres humanos que no conoces y a los que no has escogido, lo que contribuye a crear una atmósfera de tremenda angustia colectiva".

Resulta inevitable vincular el escenario que dibuja la película a la psicosis que se vive en Estados Unidos tras los atentados del 11-S. La actriz asiente: "Sí, claro, es normal relacionarlo, pero debo decir que esa paranoia no sólo afecta a Estados Unidos; también a Europa. Nos hemos convertido en un mundo global, donde todo afecta a todos, y cuando acontece un atentado o una crisis importantes se produce lamentablemente una regresión a reacciones primitivas, que pueden traducirse en actos de racismo y en culpabilizar al otro, al más débil, al diferente. Ése es un comportamiento básico del ser humano".

Jodie Foster habla con seguridad y da la impresión de que lo tiene todo muy reflexionado y medido: en la profesión y en la vida privada. Entre la una y la otra ha dado clara preferencia a la segunda. Por eso, aunque reside en Hollywood, se prodiga poco en la pantalla -delante o detrás de la cámara- y mucho menos en acontecimientos mediáticos. "Cuando tenía 10 años, mi madre me decía: 'Hija, esto del cine se acabará cuando cumplas 16, ya no te querrán más; por tanto, piensa bien qué quieres hacer en la vida y busca tus prioridades. Llegaron los 16 años, los 18, los 20, los 25, los 40... y mi madre siguió dándome el mismo consejo. Y creo que es el mejor que pudo darme: que antepusiera la vida al cine, porque es cierto que la industria de Hollywood puede engullirte y escupirte si no te andas con cuidado".

Si como actriz espacia sus actuaciones, como directora, más. Por el momento ha rodado únicamente El pequeño Tate (1991) y A casa por vacaciones (1995). "Me gusta tomarme mi tiempo para preparar a conciencia todos mis proyectos", argumenta. Sin embargo, está a punto de coger la cámara para dirigir Sugarland, que también interpretará, junto a Robert de Niro, con quien coincidió hace 30 años en Taxi driver, y no ha abandonado su proyecto fílmico sobre la cineasta del Tercer Reich Leni Riefensthal.

Jodie Foster, el mes pasado, en Sitges.
Jodie Foster, el mes pasado, en Sitges.SUSANNA SÁEZ
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