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Columna
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Anticorrupción

Uno duda entre Mark Twain y Dashiell Hammett, entre aquella ciudad de Hadleyburg que una vez se creyó honorable y la Personville que muchos conocían, con una indisimulada mala baba, como Poisonville. Tal vez Orihuela, por su pretensión hipócrita de mantener las apariencias, se parezca más a la primera y Torrevieja, a la que resulta difícil camuflar los reiterados crímenes mafiosos en sus calles, a la segunda. Habría dudas, sin embargo, para dilucidar cuál de las dos aporta un ambiente más venenoso, ya que ambas atesoran personajes y situaciones dignos de El corruptor de Hadleyburg y de Cosecha roja, del relato satírico y de la novela negra. La Vega Baja del Segura hace tiempo que emite síntomas de deterioro moral, también en sus instituciones, con ex alcaldes pendientes de un indulto que no llega, alcaldes enredados en dudosos negocios especulativos, empresarios que manejan contratas oscuras y funcionarios que saben demasiado. José Manuel Espinosa, ex interventor del Ayuntamiento oriolano, se presentó el viernes ante el fiscal anticorrupción de Alicante, Felipe Briones, como el protagonista de una historia de gansters incrustados en la gestión pública. Apuntó con su dedo acusador al mismísimo alcalde, José Manuel Medina, y se inculpó, en un gesto cinematográfico, no sólo de haber distraído dinero de la ciudad, sino de haber blanqueado facturas de forma sistemática por orden de la primera autoridad municipal. Graves acusaciones que escandalizan sólo relativamente a los espectadores de una trama donde la política es un pandemónium de intereses enfrentados, tránsfugas, escisiones, sectores partidistas y dobles militancias. No hace más de cinco meses, el alcalde Medina, en respuesta a las protestas de la plataforma Ciudadanos por la Transparencia, alegó que "al fiscal anticorrupción hay que denunciarle hechos concretos". El ex interventor le ha entregado a Briones documentos de hasta 15 supuestas irregularidades contables antes de declarar que posee datos de otras fechorías. Al alcalde popular de Orihuela puede pasarle como a su partido, en otra escala, que promovió con grandes gestos la fiscalía anticorrupción contra los escándalos que afectaban a los socialistas para descubrir después que su titular se convierte en un tipo molesto como pocos.

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