_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Contestatarios y obedientes

Sorprende la ausencia de autores japoneses en Tiempos de vídeo. Nam June Paik es coreano y Jun N'Guyen-Hatsushiba, vietnamita. En la muestra de CaixaForum no se ha incluido ninguna pieza de la histórica videoartista Shigeko Kubota (Fluxus), ni de Mako Idemitsu, pionera del feminismo nipón. El llamado "milagro japonés", que consistía en asimilar la tecnología occidental en productos atractivos para el gran público, dio sus frutos con la invención de los primeros transistores, allá por los años cincuenta. A mediados de los sesenta, la videotecnología que ofrecía el portapak de Sony comenzó a ser accesible para todos aquellos creadores ajenos a la industria del cine, incluidos artistas y activistas. Si el vídeo vio la luz como pariente pobre del cine, en las últimas décadas se ha convertido en el medio más radical e irreverente a manos de artistas, documentalistas, coreógrafos y activistas. Sí. El revolucionario portapak, emblema de la oposición low tech a la gran industria televisiva en Occidente, había nacido... ¡en la sociedad menos contestataria y más "obediente" del planeta!

TIEMPOS DE VÍDEO, 1965-2005

Colección Nouveaux Médiasdel Centre Pompidou

CaixaForum

Avenida del Marqués

de Comillas, 6-8. Barcelona

Hasta el 8 de enero de 2006

Desconocemos la razón por

la cual hoy, el pueblo más informatizado del mundo produce tan pocos videocreadores. Con todo, el canon que conforma Tiempos de vídeo, 1965-2005 está bastante equilibrado. Se trata de una selección de los fondos de la colección Nouveaux Médias del Pompidou, así que podemos imaginar que compensa ciertas inercias del mercado anglosajón a la hora de administrar en museos y bienales obras más bien domésticas, la mayoría afectadas por el sarampión multicultural. Distribuidas en cinco apartados, los trabajos de treinta artistas se presentan como continuación de Passages de l'image (1990) también del Pompidou y comisariada por Christine van Assche, primera de una serie de exposiciones que acabaron con los puntos suspensivos en la sintaxis de los nuevos lenguajes artísticos. Quince años después se abre un capítulo aparte, o más bien un epílogo, antes de entrar en un nuevo tomo que ligaría las artes plásticas con los nuevos medios que parecen no querer librarse del estado hipnótico de la tecnología digital.

Resumir los "tiempos" de la videocreación en una breve instantánea que informe de su "dignidad estética" nos alejaría del alivio de su disfrute, así que mejor afirmar que la enseñanza de la producción visual durante cuarenta años conduce a la sensibilidad neodadá de Nam June Paik, a la deconstrucción de la ideología sexista de Dara Birnbaum, a las exploraciones acerca de la producción y consumo de imágenes de la cotidianeidad de Jean-Luc Godard (el cineasta francés aparece representado por Pasión, 1982), a las "locas invenciones televisivas" de Samuel Beckett, a las performances minimalistas de Peter Campus o a la agradable musicalidad de las formas de Marcel Odenbach. Mientras el vídeo de Bruce Nauman, Chris Marker, Gary Hill y Dan Graham adoptó una función crítica respecto al estatus del espectador y a su relación con la obra en el espacio expositivo, el de Douglas Gordon, Isaac Julien, Martial Raysse, Pierre Huyghe, Walid Raad, Johan Grimonprez, Tony Ousler y Antoni Muntadas traza caminos paralelos a aquellos ensayos con la imagen que comenzaron como incendiarias metáforas filosóficas del yo y que han acabado siendo "realidades" políticas que conviven plácidamente en los museos y que bosquejan la llamada "crítica institucional".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_