La odisea de la automatrícula
El procedimiento para matricularse en la Universidad de Sevilla a través de Internet debía haber empezado el 1 de septiembre. Sin embargo, los problemas en el servidor y en el acceso a él desde ordenadores externos a los de las distintas facultades no se solventaron hasta el día 7. Una semana han tardado los técnicos de la prestigiosa Universidad de Sevilla en solucionar el problema. Mientras tanto, urgido por la necesidad de matricularme para poder presentar la solicitud de beca he vuelto una y otra vez a la página de la automatrícula para ver cómo el error permanecía incomprensiblemente ahí. Les he enviado varios mensajes y alguna que otra llamada en la que les he planteado el problema y les he mostrado mi indignación por la dudosa calidad de unos servicios impropios de la que dice ser una universidad del siglo XXI. No es, por supuesto, la universidad que queremos los alumnos ni la que se anunciaba con motivo del quinto centenario de su nacimiento en las vallas de la ciudad; es, más bien, una institución con un anquilosado aparato burocrático, impermeable a los cambios constantes que producen las tecnologías de la información y la comunicación. Cada vez que intenté buscar una respuesta, el personal me respondió con que "trabajaban para solucionarlo". Palabras esas que no dejaron de sonarme como un simple cumplido, como el "vuelva usted mañana" que Larra criticó con maestría.