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Columna
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Sin

En la localidad finlandesa de Oulu (123.000 habitantes) se celebró la semana pasada la décima edición del campeonato mundial de tocar guitarra sin guitarra. Ha leído usted bien: sin instrumento. Si hay cerveza sin alcohol, perfectamente se conciben conciertos de guitarra sin guitarra o leches sin leche. Con este certamen, el Círculo Polar Ártico, que constituye un tercio de Finlandia, no hace más que expresar de forma lúdica una característica lamentable de nuestros días: vivimos tiempos sin. Casi todo es un sinsentido, simulación, mentira. Nos dan gato por liebre, nos están convirtiendo en seres virtuales. Todo invita a retirarse del mundanal ruido, pero la mística es también algo sin. Teresa de Jesús lo dijo: "Vivo sin vivir en mí". ¿Dónde carajo hay que vivir entonces, santo cielo?

Todo indica que habrá que acampar en lugares inexistentes, pero que parezcan auténticos. Así se entienden las más de doce horas de cola multitudinaria el jueves para conseguir en Madrid la última videoconsola de Sony, la PSP (nada que ver con Tierno Galván), virguería de la PlayStation, el sistema de entretenimiento interactivo más conocido en el mundo, según publicó Jason Sinclair el viernes en este periódico. Madrid tiene que aprender a organizar concursos que hagan reír y sosegarse al mundo entero. Finlandia es el punto de referencia. Allí montan todos los años campeonatos de lanzar móviles o botas, de resistir en una sauna, de transportar a la propia esposa o de jugar al fútbol en el barro. Lo que pasa es que aquí está todo muy sin, sin imaginación mayormente.

Los competidores de este año en el festival de guitarra sin guitarra, llamado Air Guitar, provenían de Finlandia, Reino Unido, Holanda, Francia, Japón y Australia. El ganador fue el holandés Michael Destroyer Heffels. El premio consistió en una guitarra eléctrica Flying Finn firmada por el músico Brian May, de Queen. Tal como están los tiempos, lo sin tiene mucho futuro. A lo mejor es que hay que amar sin amor, creer sin credo, morir sin muerte, vivir sin que se note, beber sin emborracharse y comer sin empachos. Siempre nos quedará Finlandia. Sin duda. Sin embargo.

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