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Crónica:ATLETISMO | Campeonatos del Mundo de Helsinki
Crónica
Texto informativo con interpretación

Los españoles no dijeron nada

Arturo Casado, quinto, demuestra su calidad, pero paga la inexperiencia en unos 1.500 metros ganados por Rashid Ramzi

Santiago Segurola

Los españoles no dijeron nada en la final del 1.500, un ejercicio estrictamente táctico que reventó el estadounidense Alan Webb con un ataque largo que a él le resultó muy corto. Se hundió poco después, pero puso en la pista de despegue a todos los favoritos: Rashid Ramzi, Ivan Heshko, Rui Silva y Adil Kauch, el veloz marroquí que estuvo a punto de sorprender a todos en la recta. En la pomada no hubo ningún español. Dos, porque no pudieron -Juan Carlos Higuero y Reyes Estévez-. Otro, porque el inicio de las hostilidades le pilló en fuera de juego. Arturo Casado pagó la inexperiencia en la final. Después de impresionar por su capacidad de lectura en las dos primeras rondas, Casado corrió con mucha incomodidad en la final. Fue quinto, demostró que posee excelentes condiciones y tuvo un coraje enorme para sobreponerse a las dificultades que se encontró, pero nunca tuvo la oportunidad de combatir por el podio.

Casado se encontró con el problema de su error en la colocación. Estaba demasiado lejos del jaleo
Ramzi es la mejor garantía de sucesión de El Guerruj en una etapa de transición

Ramzi confirmó su papel de favorito. En una etapa de transición en el medio fondo, producto del vacío que ha dejado Hicham el Guerruj, Ramzi es la mejor garantía de sucesión. Marroquí de nacimiento, defiende el pabellón de Bahrein como tantos otros atletas que han encontrado una mina de oro en un país que les hace millonarios a cambio de récords y medallas. Unos van a Qatar, otros a Bahrein, a cualquier país del Golfo donde hay petróleo y generosos mecenas. A Ramzi se le adivinaban condiciones para el mediofondo desde su espectacular aparición en el circuito internacional hace una temporada. Fue tal su impacto que se le llegó a considerar favorito para ganar en los Juegos de Atenas. Había ganado a El Guerruj en Roma, hazaña que terminó con una impresionante trayectoria de victorias del genial marroquí. En Atenas se le perdió de vista enseguida. Fracasó en las semifinales y dejó vía libre para uno de los momentos más vibrantes que se ha presenciado en el atletismo: el duelo de El Guerruj y el keniano Lagat en la recta final.

A Ramzi se le aclaró la carrera con el ataque de Webb en los 600 metros. A Webb habría que clasificarle por decreto en todas las finales. Es el típico atleta que difícilmente ganará nada, ni se aproximará al podio, a pesar de las expectativas que ha despertado en Estados Unidos, donde el medio fondo ha sido una ruina durante los últimos 20 años. Pero Webb tiene una particularidad interesante. Decide como se corre el 1.500. Suele hacerlo con ataques intempestivos en el arranque de la carrera, o desde los 800 metros. Son decisiones que todo el mundo conoce, pero que a unos les encuentra mejor colocados que a otros. A Ramzy le pilló en el lugar preciso. A Arturo Casado, no. Pagó su condición de novato.

Casado había dominado las carreras anteriores desde la cuerda, con un uso perfecto del cuerpo y del ritmo. Quedaba por saber su respuesta en la final, donde todos se avivan y nadie concede nada a sus rivales. Desde una posición demasiado exterior en la salida, Casado no encontró la manera de colocarse en cabeza y operar desde allí. Se fue hacia la cuerda, pero delante tenía a los dos españoles. Reyes Estévez tomó el mando de la carrera con un paso tranquilo; Juan Carlos Higuero, detrás. El tercer vagón era Casado. Por fuera, Webb, Ramzy y Kipchirchir. Se pasó por los primeros 400 metros en un minuto, con todo el personal a la espera del ataque de Webb. Eso se daba por seguro. Y así ocurrió.

Webb aceleró bruscamente y a Estévez le dio un pasmo. No pudo seguirle. Tampoco Higuero. Arturo Casado se encontró con el problema de su error en la colocación: estaba demasiado lejos del jaleo. Ramzi reaccionó como una bala, lo mismo que Rui Silva. A Kauch le costó un poco más y es posible que perdiera la victoria en aquellos momentos decisivos. Pero nadie salió más perjudicado que Casado, obligado a un esfuerzo brutal y solitario, sin nadie que le sirviera de referencia porque los favoritos estaban muy lejos. Fue en la adversidad donde demostró su potencial. Lejos de derrumbarse en una situación francamente delicada, el joven mediofondista español se lanzó a una persecución imposible. Era un combate destinado a la derrota: por delante volaba gente experta, veteranos del 1.500 que habían sabido reaccionar a tiempo en el ataque de Webb, condenado finalmente al noveno puesto. Eso también se sabía. No gana nunca, sólo determina el ganador. O los perdedores. Arturo Casado, en este caso. Sin embargo, su carrera no resultó decepcionante. Pagó su inexperiencia, pero dejó la impresión de estar llamado a grandes cosas. En su solitario desafío final se vio a un hombre con el poderío los mejores especialistas actuales y con la voluntad de impedir nuevos errores. Porque la final de Helsinki le colocó como el mejor de los españoles. Mientras Estévez terminaba deprimido y Juan Carlos Higuero peleaba por alcanzar su techo -el sexto puesto le hizo feliz-, Casado confirmó que es el hombre del futuro en el medio fondo. Perdió su oportunidad por inexperto, no por falta de calidad.

Rashid Ramzi reza en la pista tras ganar la medalla de oro en la final de los 1.500 metros.
Rashid Ramzi reza en la pista tras ganar la medalla de oro en la final de los 1.500 metros.REUTERS

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