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Reportaje:CULTURA Y ESPECTÁCULOS

Dinamarca vibra con la magia de Andersen

Los daneses viven el bicentenario del nacimiento de Hans Christian Andersen intensamente y con pocas concesiones al folclor. Más allá de sus fascinantes y populares cuentos de hadas, la celebración profundiza en todos los mundos del escritor

El espacio que queda dentro de las cintas transportadoras de la zona de recogida de maletas del aeropuerto de Copenhague está ocupado por unas figuras de colores de grandes dimensiones que reproducen al estilo Disney la imagen de personajes como la sirenita, el soldadito de plomo y el patito feo.

En pleno centro de la capital danesa, un guía turístico de nariz prominente, labios gruesos y patillas bien pobladas, clavado a Hans Christian Andersen, realiza su trabajo vestido con levita, lazo en el cuello y sombrero de copa. Son algunas de las pocas concesiones a lo folclórico en la celebración, este año en Dinamarca, del segundo centenario del nacimiento del escritor, el 2 de abril de 1805 en Odense, en la isla de Fionia. Entregados casi incondicionalmente a la figura del chaval de origen humilde que llegó a Copenhague con sólo 14 años con el sueño de convertirse en actor y bailarín y del autor prolífico de imaginación desbordante, formación autodidacta y sensibilidad exacerbada, los daneses parecen haber optado por una celebración alejada de todo exceso pero exhaustiva. En la oficina de turismo de la capital calculan que, a finales de año, las actividades relacionadas con el aniversario contribuirán a aumentar las visitas a Copenhague en un 5% respecto al año pasado.

Andersen escribió más de 150 cuentos, 1.000 poemas, novelas, libros de viajes, decenas de obras de teatro y ópera y una autobiografía

Los cuentos de hadas de Andersen, tan sólo una parte de su abundante producción literaria, están presentes en los hogares, librerías, bibliotecas, escuelas, museos y teatros daneses y se encuentran en la base de la educación sentimental y del imaginario de niños y mayores de todo el mundo. Leídos, escuchados o vistos en representaciones, La princesa y el guisante, El patito feo, El vestido nuevo del emperador, La pequeña vendedora de fósforos y La reina de las nieves "forman parte sustancial de nuestra vida", como dice Susanne, informadora de la Biblioteca Central de Copenhague. Así, la celebración no se ha centrado sólo en aprovecharlos como reclamo seguro, que también -sin ir más lejos, entre los días 4 y 7 de agosto el puerto de Copenhague será escenario de un macroespectáculo sobre La sirenita-. Más bien, la Fundación Andersen quiere dar a conocer las múltiples facetas del personaje y de una obra que consta de más de 150 cuentos, más de 1.000 poemas, diversas novelas y libros de viajes, decenas de obras para teatro y ópera, artículos, una autobiografía, diarios, cartas... y potenciar nuevas interpretaciones de su obra por parte de artistas contemporáneos: "El icono ya brilla por sí mismo, así que de lo que se trata es de escarbar un poco más profundamente", afirma Lars Seeberg, secretario general de la organización del bicentenario.

Desde abril y hasta finales de año ha habido y habrá de todo, desde lo más sofisticado a lo más popular: se suceden exposiciones, representaciones de teatro, danza y ópera, conciertos, rutas -el centro de Copenhague está lleno de pisadas pintadas en blanco que conducen a puntos relacionados con la biografía de Andersen, desde las casas y hoteles donde residió hasta la barbería donde se iba a afeitar-, desfiles y celebraciones solemnes en todo el país. Son actos que han convocado a artistas como Elvis Costello, que ha compuesto The secret Arias, una serie de canciones para una ópera sobre los amores frustrados de Andersen con la cantante sueca Jenny Lind que se estrenará el 8 de octubre; la Volksbühne de Berlín, que presentará la obra de Frank Castorf Mi reina de las nieves a finales de agosto; el barcelonés Teatro de los Sentidos, que durante este mes instalará un trayecto interactivo en forma de laberinto inspirado en el mundo de cuento de hadas de Andersen, e incluso personajes de la realeza, como la reina Margarita II de Dinamarca, que consta como coautora del vestuario y la escenografía de las concurridísimas representaciones de Thumbelina que se pueden ver a diario en el teatrillo chino de los populares jardines de Tívoli de Copenhague.

Para el centenario también ha arreglado sus instalaciones la Casa-Museo Andersen en Odense, una pequeña ciudad en cuyo centro el hombrecito de los semáforos reproduce el perfil de su hijo más universal. En un recorrido muy bien documentado y que atesora buena parte de los objetos personales, correspondencia, libros y fotografías del escritor, un fanático del arte del retrato que hizo inmortalizar centenares de veces su perfil desgarbado y su mirada entre altiva y suplicante.

En el frente de exposiciones, las hay que investigan aspectos de la obra de Andersen que han quedado oscurecidos por la potencia de sus cuentos. En la Biblioteca Real, por ejemplo, se puede ver una pequeña exposición sobre la relación del escritor con el teatro, su primera vocación. Otras celebran el carácter universal de su obra, como la del Museo Thorvaldsen. Aquí, en una sala dominada por el gesto severo de las estatuas monumentales de personajes como Schiller, Copérnico y Gutenberg, del escultor neoclásico que fue amigo de Andersen, el visitante es invitado a sentarse en unos sillones con auriculares donde se pueden escuchar cuentos y fragmentos de diarios en diversos idiomas.

Tres exhibiciones más ofrecen una visión más contemporánea de la obra del escritor. En las localidades de Sorø y Odense se pueden visitar dos muestras paralelas, The Shadow y Shadow Play, que amplían la sutil reflexión sobre la identidad y la alienación que introduce el inquietante cuento La sombra -sobre una sombra que se independiza y luego anula al hombre que la ha generado- con la obra de artistas como Christian Boltanski, Marcel Duchamp, Lucio Fontana, Cristina García Rodero, Wolfgang Tillmans o Andy Warhol.

En la antigua iglesia románica de Nikolaj, en Copenhague, Joseph Kosuth e Ilya y Emilia Kabakov presentan diversas instalaciones realizadas para el centenario. En una de ellas, Kosuth ha montado una moqueta en la que se puede leer íntegro el texto de El traje nuevo del emperador relacionado con sentencias del filósofo Søren Kirkegaard -que menospreció la obra de su contemporáneo Andersen con gran pesar de éste- como la que sigue: "Hablando en general, probar que una cosa existe es algo difícil". Un contraste irónico con la historia del hombre de Estado puesto en evidencia por un niño que guiña un ojo a Andersen en un acto de justicia poética tan inútil como bello.

Varios espectadores asisten a una representación en Odense, tierra natal de Hans Christian Andersen.
Varios espectadores asisten a una representación en Odense, tierra natal de Hans Christian Andersen.ISABEL OBIOLS
La capital danesa ocupa un meritorio undécimo puesto. La oferta de ocio de la ciudad, en donde en 2005 tuvo una parte muy importante el homenaje a Andersen, ha sido muy importante.
La capital danesa ocupa un meritorio undécimo puesto. La oferta de ocio de la ciudad, en donde en 2005 tuvo una parte muy importante el homenaje a Andersen, ha sido muy importante.I. O.
Cartel en una calle de Copenhague.
Cartel en una calle de Copenhague.I. O.

En casa y en el mundo

De puertas adentro, en Dinamarca, hay quien opina que el segundo centenario de Hans Christian Andersen tendría que haber inundado de una manera más rotunda las calles, como Lotte, una librera de la Fiolstræde de Copenhague que piensa que se tendrían que haber celebrado más lecturas de cuentos y representaciones callejeras: "La organización ha diseñado un centenario en el que tú tienes que ir en su busca y no al revés", afirma.

Otros no deben verlo así. En el centro de la capital, en los pocos lugares donde se permite colgar carteles, se pueden ver unos pósters enormes con el perfil altivo del cuentista cruzado por la señal de prohibido. También en una exposición con ilustraciones humorísticas sobre la obra y el personaje de Andersen, instalada este verano en la Biblioteca Real de Copenhague, hay un dibujo donde se puede ver la popular estatua del escritor de la plaza del Ayuntamiento de la capital rodeada de fans histéricos cual estrella mediática superada por las circunstancias. La leyenda reza: "Hasta aquí he cumplido. Ahora ya tengo bastante".

Sea como sea, el segundo centenario de Andersen -cuya obra ha sido traducida a un centenar de lenguas- tiene la indiscutible vocación de superar las fronteras de Dinamarca. La ambición la ejemplifica la figura de los "embajadores", una especie de selección mundial de representantes elegidos por la Fundación Hans Christian Andersen. En España ejercen el papel de embajadores del aniversario los escritores Carmen Posadas y José María Merino, la bailarina Tamara Rojo y el político canario Ricardo Melchior Navarro, descendiente de la familia Melchior, en cuya casa de Copenhague falleció Andersen el 4 de agosto de 1875.

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