Scotland Yard reconoce que la muerte de un hombre en el metro fue un error
El fallecido ha sido identificado como Jean Charles de Menezes, de nacionalidad brasileña
La muerte de un sospechoso en el metro de Londres -tras recibir cinco impactos a quemarropa por parte de un policía, cuando se encontraba en el suelo, según relató un testigo a la BBC- fue el resultado de "un trágico error", según reconoció ayer Scotland Yard. "Estamos ahora convencidos de que no estaba conectado con los incidentes del jueves 21 de julio". El hombre, identificado como Jean Charles de Menezes, brasileño, de 27 años, había salido de una casa sometida a vigilancia y después, según la policía, hizo caso omiso de los avisos de los agentes.
La prensa cree que no fue sólo un error, sino la consecuencia de la política de seguridad
El diario brasileño O Globo afirmó ayer que, según sus allegados, De Menezes vivía desde hacía tres años en Londres, donde trabajaba como electricista.
"Perder la vida en estas circunstancias es una tragedia que lamentamos profundamente", aseguraba la Policía Metropolitana en un comunicado difundido ayer por la tarde. "El hombre salió de una casa en Tulse Hill que se encontraba bajo vigilancia y que estaba relacionada con la investigación del jueves 21 de julio. Fue seguido por agentes de vigilancia hasta el metro. Sus ropas y su comportamiento acrecentaron sus sospechas. Las circunstancias que llevaron a la muerte de este hombre están siendo investigadas", agrega el texto de la policía.
La tragedia de Stockwell, un barrio desfavorecido del sur de Londres donde puede haber bastante gente con motivos para evitar a la policía, pero que no están relacionados en absoluto con el terrorismo, se ha producido en un momento de psicosis en la capital británica, después de los atentados del 7 de julio, en los que murieron 52 personas, además de los cuatro suicidas, y del intento de provocar una matanza calcada el pasado jueves por parte de cuatro sospechosos que se encuentran en caza y captura.
La prensa británica cree que no fue solamente un error trágico por parte de policías de gatillo fácil (lo llaman disparar primero), sino la consecuencia de una nueva política de las fuerzas de seguridad que, en caso de tener sospechas fundadas de que se encuentran ante un posible kamikaze, deben disparar a matar.
En sus primeras declaraciones sobre los hechos, el jefe de la Policía Metropolitana, Ian Blair, indicó el viernes por la tarde, pero de una manera muy vaga, que "el tiroteo" estaba relacionado con la "operación antiterrorista en marcha" y que los agentes dispararon contra un hombre "que se negó a seguir sus órdenes", sin dar detalles de cuáles eran éstas. "Era una operación de inteligencia", señaló una fuente policial al diario The Guardian. Los agentes, vestidos de paisano, quizás creyeron que era un suicida o uno de los cuatro sospechosos, pero, en cualquier caso, la descripción realizada por un testigo a la cadena pública de televisión, la BBC, resulta aterradora: el hombre, del que dijo que tenía aspecto asiático, llevaba una cazadora larga y se encontraba en el suelo, con varios policías encima, cuando fue tiroteado cinco veces.
Scotland Yard señaló ayer que el Directorio de Estándares Profesionales y la Comisión Independiente de Quejas de la Policía han iniciado sendas investigaciones, como ocurre siempre que alguien muere en un enfrentamiento con las fuerzas de seguridad. El Gobierno laborista británico no se había pronunciado anoche sobre el tiroteo.
"Es terrorífico. La gente va a tener miedo de caminar por la calle a partir de ahora", declaró a la BBC Azzam Tamimi, portavoz de la moderada Asociación de Musulmanes del Reino Unido (MAB). Otras organizaciones islámicas habían mostrado desde el viernes por la tarde su preocupación y algunas habían llegado a acusar a la policía de racismo y de haber disparado a matar por el aspecto del sospechoso. "No puedo comprender cómo alguien tirado en el suelo puede representar un peligro. Los derechos humanos están siendo pisoteados por los terroristas y por aquellos que deben capturarlos", agregó Tamimi, en lo que, sin duda, será sólo el principio de un gran movimiento de protesta.
Aunque en los peores años de la lucha contra el IRA se produjeron varios episodios de guerra sucia, el incidente es especialmente chocante en un país donde la mayoría de los agentes no llevan pistola. Aunque muchas cosas han cambiado desde el 11-S y muchas más cambiarán desde el 7-J y el ataque fallido del jueves, la imagen del bobby equipado con su silbato no está tan alejada de la realidad: sólo 2.060 de los 31.000 agentes de Scotland Yard van armados.
Pero los atentados suicidas del 7 de julio y el hecho de que cuatro sospechosos de intentar una matanza similar se encuentren en libertad -y seguramente la sombra de lo que ocurrió en Leganés, donde siete terroristas se suicidaron cuando estaban rodeados, volando su edificio, y mataron a un geo- han provocado un cambio radical de las normas.
Según reveló ayer el diario Financial Times, la policía había recibido nuevas instrucciones, menos restrictivas, con respecto al uso de armas de fuego tras haber consultado con las fuerzas de seguridad de varios países que llevan años enfrentándose a suicidas, entre ellas la israelí.
El diario The Guardian, por su parte, aseguró que lo ocurrido en Londres fue la primera actuación de un nuevo grupo de fuerzas especiales de la policía que, bajo el nombre de Operación Kratos, tienen como misión detener o matar a posibles terroristas suicidas. Como los agentes que actuaron en Stockwell, van vestidos de paisano y llevan pistolas y ametralladoras. El trágico error del viernes puede provocar una vuelta a las normas antiguas, mucho más restrictivas en lo referente al uso de armas de fuego. No es una opinión general: el Daily Express, uno de los tabloides de mayor difusión en Reino Unido -ajeno a las sospechas que ya había el viernes sobre el tiroteo de Stockwell-, tituló ayer su información sobre la actuación policial: "Disparad a los terroristas".
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