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Entrevista:EDWARD PRESCOTT | Nobel de Economía

"Los impuestos altos desincentivan el trabajo en Europa"

Se define políticamente como "libertario", lo que en Estados Unidos viene a ser algo así como un anarcocapitalista, un partidario de la mínima intervención del Estado en la vida del individuo. Edward Prescott, último premio Nobel de Economía, ha dado una nueva vuelta de tuerca a las teorías que defienden los recortes de impuestos para dinamizar la actividad económica: si se aligera la carga fiscal, se trabaja más.

"Soy anti-Estado. Creo en la gente, en los mecanismos descentralizados". Con esta declaración de principios, Prescott, catedrático de la Universidad Estatal de Arizona y asesor de la Reserva Federal de Minneapolis, encuadra a la perfección la filosofía que inspira sus investigaciones. La Academia Sueca le concedió el prestigioso galardón, compartido con el noruego Finn Kydlan, por dos teorías: una publicada en 1977 sobre la importancia de la credibilidad de los responsables de la formulación de políticas a la hora de crear expectativas, y otra, que vio la luz en los ochenta y aún resulta polémica, sobre la influencia de las innovaciones tecnológicas y los shocks de oferta en los periodos de expansión y contracción.

"Soy anti-Estado. Creo en la gente, en los mecanismos descentralizados"

El último mantra de Prescott, que repitió la semana pasada en Madrid, se basa en un trabajo reciente, ya en solitario, en el que explica por qué los europeos, según él, trabajan la tercera parte que los estadounidenses. Su respuesta es coherente con su ideología: la culpa la tienen los impuestos y las cotizaciones sociales, que en Europa equivalen al 60% de la renta, mientras que en Estados Unidos se quedan en el 40%.

"Los impuestos altos desincentivan el trabajo", dice el economista. ¿Y las prestaciones públicas, sea en forma de sanidad, educación o pensiones? Por mucho que se trabaje, dice Prescott, la cantidad de bienes y servicios públicos que se recibe es la misma y por eso no hay estímulo para trabajar más. Por el contrario, si esos bienes hay que comprarlos en el mercado, hay que trabajar más para adquirirlos. "Por eso los europeos se jubilan tan temprano y trabajan una fracción de la vida menor que en Estados Unidos", dice.

El corolario es trivial: Europa no tiene más remedio que aligerar la presión fiscal de sus ciudadanos y verá un boom económico.

El Nobel también opina sobre el abultado déficit público de Estados Unidos, producto en buena medida de los recortes de impuestos aprobados durante el primer mandato de George W. Bush, y que ha sido señalado por múltiples autoridades económicas, entre ellas el Fondo Monetario Internacional (FMI), como uno de los mayores riesgos para el crecimiento de la economía mundial. "El déficit no es grande", desafía Prescott. "No hay mucha deuda pública en manos del público, sólo equivale al 28% del PIB. En los años treinta era el 28%; a finales de la II Guerra Mundial, el 95%; en 1961 era el 28% y en 2001 y 2005 se mantiene en el 28%. No ha crecido. Es propaganda", dice con cierto enfado.

Prescott defiende también la sustitución de las cotizaciones a la Seguridad Social por cuentas de ahorro privadas, el sueño dorado de Bush para su segundo mandato, que, sin embargo, ha encontrado oposición incluso en las filas republicanas. El economista señala que muchos colectivos en Estados Unidos tienen muchos años de experiencia en la gestión de este tipo de planes. "No hay que esperar un gran rentabilidad de los ahorros, tan sólo la media de la economía, en torno a un 4%".

Su diagnóstico para la economía mundial es optimista y no cree que la subida del crudo vaya a tener efectos dramáticos. "Me alegro de que no haya cundido el pánico y de que no se estén haciendo estupideces que podrían afectar adversamente a la eficiencia de la economía, tal y como sucedió en 1974", dice, en referencia a los recortes energéticos que decretaron los países importadores. "Hemos aprendido algo. Tenemos buenos mecanismos de mercado para minimizar los efectos. Cabe esperar menores tasas de crecimiento en el mundo, pero será por poco".

No comparte, por el contrario, la aprensión de muchos de sus compatriotas ante el avance de China. Prescott considera que "no va a ser una amenaza para el nivel de vida de Estados Unidos o Europa", aunque le preocupan las consecuencias en el país asiático. "¿Qué harán todas esas grandes empresas públicas cuando empiecen a tener morosidad, cuando las tasas de crecimiento se ralenticen? ¿Serán capaces de ajustarse o los grupos de interés lo impedirán?", se pregunta.

Edward Prescott, premio Nobel de Economía.
Edward Prescott, premio Nobel de Economía.RICARDO GUTIÉRREZ

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