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BMW refuerza su posición en la fórmula 1

La marca alemana compra la escudería Sauber y en 2006 competirá con su nombre en el Mundial

En el equipo Williams-BMW de fórmula 1 saltan chispas. No pasa un día sin que Frank Williams, el patrón de la escudería, airee públicamente sus malas relaciones con el constructor de coches alemán. Y la casa de Múnich contestó ayer contundentemente al anunciar que ha comprado la escudería suiza Sauber, séptima clasificada en el Campeonato del Mundo, y que la temporada que viene competirá con su propio nombre.

"Creemos que la fórmula 1 emergerá reforzada de su actual fase de reestructuración y continuará representando la más alta cota del mundo del motor en el futuro", dijo Burkhard Goeschel, directivo de BMW. "Ahora queremos analizar las opciones en el futuro en conjunto con la escudería [Williams-BMW] para encontrar el camino correcto a seguir para ambas partes", añadió Goeschel, quien no quiso explicar si la compra de Sauber tiene algo que ver con el supuesto proyecto de los constructores de fórmula 1 para formar un Mundial paralelo a partir de 2007, cuando termina el actual contrato comercial.

De los motores BMW depende que unos coches poco acostumbrados a los éxitos, los de Sauber, se conviertan en ganadores: la escudería suiza no ha ganado ninguna de las 206 carreras en las que ha participado desde su debú en el Mundial, en 1993.

Todavía no se sabe cuál será el futuro de los pilotos del equipo, el brasileño Felipe Massa y el canadiense Jacques Villeneuve, campeón del mundo con Williams en 1997. Lo que sí se sabe es que el morro azul de Sauber no aparecerá más en la parrilla en 2006.

Nada, ni los colores, ni el nombre ni probablemente la sede, quedará de la escudería suiza.

"La asociación con BMW es una solución ideal porque ofrece al equipo la posibilidad de mejorar su actuación deportiva y, además, salvaguardar los trabajos de un fuerte equipo de 300 personas", dijo Peter Sauber, hasta ayer patrón del equipo, conocido por el romántico gesto de unir los nombres de todas las versiones de sus bólidos a la letra C, la inicial del nombre de su mujer, Christiane.

El que Sauber abandone su equipo, sin embargo, demuestra que ya queda poco espacio para el romanticismo en la fórmula 1. "Para los equipos en manos privadas [como Sauber], cada vez es más difícil asegurarse financiación sólida sobre la que construir buenos resultados deportivos", sentenció con realismo.

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