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Reportaje:

Un gallinero para el mercado exterior

La provincia de Cádiz es la que más gallos de pelea vende a América

El hostelero José Ruiz Calderón (Cádiz, 69 años), conocido popularmente como El Manteca, fue el primer español que exportó gallos de pelea a Miami. A lo largo de la década de los sesenta, vendió miles de ejemplares al precio de 75 céntimos. Ahora, por algunos gallos coloraos, pechinegro o cenizo naranjo se pueden llegar a pagar 1.000 euros y son los compradores americanos los que acuden a los criadores gaditanos a seleccionar las aves mejor dotadas para el combate. Así, la provincia de Cádiz se ha convertido en la mayor exportadora del denominado pollo inglés, el gallo de pelea más preciado en algunos países iberoamericanos, como México, Honduras, Puerto Rico, Venezuela y Perú, donde las riñas de estas aves son grandes espectáculos públicos.

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Los criadores de esta especie están repartidos por Jerez, Alcalá de los Gazules, Sanlúcar de Barrameda, Rota, San José del Valle y el Campo de Gibraltar.

En estas granjas o peñas gallísticas gaditanas y algunas sevillanas (Utrera, Dos Hermanas y Arahal) han reorientado definitivamente su labor a la exportación porque ya no celebran oficialmente peleas al estar prohibidas expresamente por la legislación autonómica.

Sólo están autorizadas las tientas de estas aves. La Junta de Andalucía, en una resolución relacionada con la protección de animales, permite estas actividades siempre que tengan como finalidad "la mejora de la raza y su exportación" y que "se realicen en criaderos y locales debidamente autorizados con la sola asistencia de sus socios".

A las tientas de Cádiz asisten los compradores americanos en busca del gallo más agresivo, hábil o fornido para competir en los reñideros de sus respectivos países. "Es uno de los animales más bellos del mundo", defiende El Manteca, quien equipara al pollo inglés con "un toro de lidia o un deportista de elite".

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Con todo, lamenta la pérdida de facultades de estos animales. "Es que antes los cuidábamos mucho más y hasta limpiábamos la comida de los gallos para que no cogieran infecciones. Y las peleas eran sólo de enero a mayo. Sin embargo, ahora se celebran todo el año, incluso cuando los pollos cambian las plumas y sufren calentura", detalla.

Las tientas de gallos son consideradas por las consejerías de Agricultura y de Gobernación como una faena estrictamente agrícola. Se diferencian de las peleas porque no se celebran en reñideros, no pueden venderse entradas como si se tratase de un espectáculo público ni cruzarse apuestas y las aves tienen que combatir con protección, coberturas de las puyas en pico y patas para evitar lesiones graves por la acción de los puazos y las mordidas durante el combate.

La tienta se dará por finalizada cuando los gallos marquen con la idea de evitar que se enzarcen y se provoquen lesiones de sangre o que queden ciegos, que es una de las lesiones más habituales que se producen en las peleas.

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