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Reportaje:FÚTBOL | 34ª jornada de Liga

Tristán, pesadilla eterna

Más cuestionado que nunca, el delantero sevillano del Deportivo no acabará la temporada por una lesión

Xosé Hermida

Javier Irureta avisó hace algún tiempo a Diego Tristán de que estaba ante su "última oportunidad". Y Tristán la ha vuelto a desaprovechar, como todas las anteriores desde la pesadilla en se que hundió hace ya casi tres años. El delantero sevillano del Deportivo llegó en 2002 con la selección al Mundial de Corea y Japón como una de las grandes sensaciones del fútbol español. Había sido el máximo goleador de la Liga (con 21 tantos) y también el mejor futbolista, según una encuesta entre los entrenadores realizada por este periódico. Tristán salió precipitadamente de Corea con una lesión de tobillo que no curó en las vacaciones y, desde entonces, ha entrado en caída libre. Extraviado entre su carácter y la mala suerte, el talento de Tristán parece sólo un recuerdo.

De nuevo ha sido una lesión. Y, como casi siempre que le toca a él, aderezada con sus correspondientes dosis de polémica. Tristán ya no podrá jugar en lo que queda de temporada. Es el final de esa "última oportunidad" de la que le había advertido su entrenador cuando se quedó como único ariete natural del equipo por la cesión de Pandiani, rival y feroz detractor suyo, al Birmingham inglés.

Desde que Irureta le mandó el aviso que él no quiso aceptar -"estaría bueno que con 29 años tuviese mi última oportunidad", replicó entonces-, la caída de Tristán no ha hecho más que acelerarse. Los aficionados ya le empiezan a dar por imposible y sus relaciones con la prensa se han deteriorado hasta el extremo de que hace unos días espetó a unos periodistas: "No merecéis ni que os diga 'hola".

Tristán había sufrido una contractura muscular en el recto durante el partido contra el Villarreal, el pasado 10 de abril, en una jugada un tanto chusca, ya que se lesionó al golpear la pelota en un lanzamiento de falta. Cuando el club le dio permiso para irse a Cádiz a tratarse con un fisioterapeuta de su confianza, se agitó la polvareda y se recrudecieron las insinuaciones sobre un jugador que siempre ha estado envuelto en cierta sospecha por su comportamiento fuera del campo. Pese a sus desmentidos, los comentarios han sido persistentes con el paso de los años, desde un informe del que fuera secretario técnico del Madrid, José Martínez Pirri, desaconsejando su fichaje cuando aún jugaba en el Mallorca, hasta las recientes arremetidas de Pandiani, sin citar nombres, pero con alusiones que salpicaban a Tristán.

Tras su estancia en Andalucía, Tristán regresó esta semana a los entrenamientos, y el miércoles compareció bravucón ante la prensa. Anunció que quería jugar todos los partidos hasta el final de campaña y amonestó a los periodistas por los comentarios sobre su viaje a Cádiz: "Se me ha faltado al respeto. No merezco el trato que he recibido de vuestra parte".

En el entrenamiento del día siguiente, se acabó la temporada de Tristán. El médico del club, César Cobián, explicó que había surgido "una complicación, no una recaída" en su contractura. El delantero padece lo que técnicamente se conoce como una "desinserción", es decir, el músculo se le ha separado del tendón y tiene la zona sangrada. Hasta que cicatrice deberá pasar un mes. Sólo tendría una mínima posibilidad de jugar en la última jornada contra el Numancia, por lo que la oportunidad de Tristán deberá esperar a después del verano. Será la enésima ilusión de un nuevo comienzo desde que, hace tres años, el delantero llegase al Mundial asiático como el astro emergente del fútbol español.

Diego Tristán celebra un gol.
Diego Tristán celebra un gol.AP

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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