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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

La metamorfosis de Safin

El tenista ruso, de 25 años, logra en Australia su segundo título del Grand Slam con un juego más sereno y creyendo de nuevo en sí mismo

Ni con 1-4 en la tercera manga perdió los nervios. Hizo muchas veces el gesto de tirar la raqueta al suelo y en alguna no pudo evitarlo. Pero eran sólo reminiscencias del pasado. Hubo un curso en el que rompió 48. Ahora, a sus 25 años, el ruso Marat Safin es otro tenista. Se le ve más sereno y ha recobrado la confianza. "Empiezo a creer en mis posibilidades", aseguró tras ganar el domingo, en Melbourne, al local Lleyton Hewitt por 1-6, 6-3, 6-4 y 6-4 la final del Open de Australia.

Éste es el fruto del duro trabajo de Safin con el entrenador sueco Peter Lundgren desde 2004. Tras imponerse en el Open de Estados Unidos de 2000, su vida cambió de tal forma que no fue capaz de controlarla. No sólo dejó al técnico que le formó en Valencia, Rafael Mensúa, sino que deambuló sin ton ni son de Andréi Chesnokov y Alexander Volkov a Toni Pickard para acabar buscando soluciones con otro sueco, Mats Wilander. Una época loca en la que aparecía siempre con las mujeres más guapas. Residencia en Montecarlo, buena vida, y cierta dejadez deportiva: la consecuencia fueron las lesiones en la espalda, un hombro y una muñeca que le impidieron desarrollar lo mejor de si mismo.

En 2003 su caída había sido tan severa que se vio fuera de los 50 primeros puestos: el 83º. Un golpe demasiado duro para alguien acostumbrado a la élite y que había sido incluso el número uno. Había que hacer algo. Su respuesta fue fichar al hombre que hizo al suizo Roger Federer, el mejor hoy. Lundgren había quedado libre después de que Federer decidiera viajar solo y le excluyera de su grupo más íntimo y, cuando le llamó Safin, vislumbró de nuevo la posibilidad de trabajar con un grande.

"Había dos detalles pendientes para Safin: recobrar su autoestima y prepararse con más intensidad", explica Lundgren; "durante los entrenamientos, cualquier motivo le valía para despistarse. Saludaba al amigo que apareciera por la pista y cortaba la sesión. No era serio". Comenzaron a trabajar juntos en mayo de 2004. Pero los resultados tardaron algún tiempo en llegar.

En septiembre, Safin ganó en Pekín y parecía a punto. En octubre llegó al Masters Series de Madrid sin que nadie apostara por él y... venció: "Vuelvo a divertirme jugando". Luego, se impuso en París-Bercy y perdió ante Federer en las semifinales del Masters: 20-18 en el segundo set. Salió con la moral a tope. En Australia nadie dudaba ya de que era un candidato: "Lundgren siempre me dijo que podía jugar a un gran nivel y adjudicarme muchos títulos".

Pronto pudo comprobarlo. En Australia no sólo venció a Federer, sino también a Hewitt. Fue su segundo grand slam tras el Open norteamericano y tras perder las finales de Melbourne en 2002 y 2004: "Me llena más que el primero. En Nueva York no era conocido. Llegué sin presión y gané casi sin darme cuenta. Éste ha sido un triunfo más trabajado. Tuve que ser psicológicamente más fuerte. Tiene más valor". Ya es el cuarto del mundo y va camino del liderato.

Marat Safin, en Melbourne, con su trofeo.
Marat Safin, en Melbourne, con su trofeo.AP

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