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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El montaje de las caras de Bélmez

Hace apenas unos días, Julián me reprendía el que los habitantes del pueblo, mis paisanos, no hubieran sido capaces, en más de 30 años, de explotar turística y comercialmente el fenómeno de las caras de Bélmez. Transcurridos unos días, compruebo cómo distintos medios de comunicación se hacen eco de que el mismo fenómeno no es más que un montaje para atraer el turismo. Y, sin ruborizarse lo más mínimo, no dudan en implicar no sólo a los vecinos del pueblo, como hasta ahora, sino a las instituciones que nos representan, el Ayuntamiento.

Y, en medio de este embrollo, el pueblo de Bélmez de la Moraleda y sus dos millares de vecinos, entre los que me incluyo. Vecinos que en el tiempo transcurrido hemos sido testigos de las más variopintas teorías sobre este fenómeno. Opiniones emitidas por todo tipo de personas y personajes que han decidido, en su momento, acercarse por el pueblo y convertirse en expertos sobre un fenómeno que supera la treintena de años.

Mientras, María Gómez, ya desaparecida, abría sus puertas a unos y otros para que "investigaran", el pueblo y sus vecinos veíamos y oíamos cómo el buque insignia de todos los rostros aparecidos pasaba de ser la viva imagen de Jesucristo, a convertirse en un guardia civil o, últimamente, en la viva estampa de la desaparecida María.

A la vez, la explicación del fenómeno tenía desde un origen religioso hasta la exteriorización de una vendetta con tintes políticos, pasando por el retrato de las almas del juicio final, o la acción de famosos inquisidores, o la presencia de personajes conocidos como el anterior jefe de Estado, el dictador Franco, o la cantante de moda, como la Pantoja. Todo esto sin menospreciar otras teorías con vinculaciones extraterrestres, física cuántica o simplemente religiosas.

De otro lado, las hipótesis simplistas, convertidas en dogmas por la letra impresa, que convierten el fenómeno en un libro de "recetas de cocina". Basta coger un poco de vinagre, aceites, hongos, "turbios"..., ponerlos al baño María, con perdón, y obtendrá usted un guiso llamado caras de Bélmez. Sólo que hasta ahora a nadie le ha salido el guiso.

Por supuesto que la memoria histórica no funciona y se lee poco. Basta con escribir sobre el tema para alcanzar notoriedad. ¡Para qué recordar las excavaciones, precintado de habitación, envío de muestras a centros de investigación, actas notariales...! Es más fácil aplicar el bálsamo de fierabrás que lo resuelve todo: es un fraude.

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Y es que, ante un fenómeno extraño, del que siempre hemos dicho que se investigue, que el pueblo no sabe lo que es, o lo explicamos desde la fe -francamente, la expresión de algunos rostros nos impide y desaconseja relacionarlo con este hipótesis-, lo demostramos con el método científico en serio -y no viendo sillas que se mueven o monedas que saltan-, o nos metemos en un mundo desconocido... que puede inquietarnos.

Es más fácil recurrir al fraude, la amenaza de la operación tridente o a cualquier otro arte que hace salir del anonimato a algunos y convierte en dinero el fenómeno, para los otros. O las dos cosas a la vez. Mientras, Miguel, familiar directo de María, me dice: "Manuel, ¿cómo vamos a estar todo el día en la casa uno de nosotros si tenemos que trabajar para ganarnos el jornal? Y si vienen familias que han hecho cientos de kilómetros para venir, ¿cómo dejarlos que se vayan sin verlas?".

En este tiempo, las gentes del pueblo, acostumbrados a oír las teorías más peregrinas, comprobamos cómo la verdadera "magia de las caras" es colocar en su sitio a todos los que se acercan al fenómeno y en la vida del mismo jamás han reconocido haberse equivocado, pese a haber sido bien recibidos, gozando de la máxima colaboración del pueblo y de sus habitantes.

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