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Reportaje:

Crisis volcánica en Tenerife

Los expertos discrepan sobre el grado de alerta y la entidad del riesgo

Tenerife se enfrenta desde el pasado mayo a la primera crisis volcánica en casi un siglo, desencadenada por multitud de terremotos de escasa magnitud. Los expertos coinciden en que la probabilidad de una erupción es muy baja. Pero la unanimidad llega poco más allá. Las fuertes discrepancias entre algunos vulcanólogos respecto a percepción del riesgo y gestión de la crisis han saltado a los medios de comunicación y han causado "confusión y aturdimiento", admite uno de los miembros del comité científico asesor, que ha anunciado su dimisión.

La crisis ha destapado también la imprevisión de las autoridades. Los expertos han denunciado -en esto sí que están de acuerdo- que el riesgo volcánico "no se ha tomado nunca en serio", y que hacen falta muchos más medios para vigilar los volcanes en Canarias.

El vulcanólogo Juan Carlos Carracedo ha llegado a afirmar que se está haciendo "terrorismo volcánico"

La última erupción en Canarias fue la del Teneguía, en la isla de La Palma, en 1971; la más reciente en Tenerife es la del Chinyero, en 1909. Ninguna de las dos fue peligrosa, pero sí hubo erupciones explosivas en el pasado, en El Teide, hace unos 2.000 años.

La historia de la alerta ahora declarada empieza el pasado abril, cuando los instrumentos del Instituto Geográfico Nacional, responsable oficial de la detección de terremotos, registraron en Tenerife más actividad sísmica de lo habitual. Ese aumento se ha mantenido hasta ahora, con diversos picos. Se han localizado unos 230 terremotos de baja intensidad, casi 10 veces más de lo habitual.

En junio se creó un comité científico-técnico asesor, enmarcado en un recién creado Plan de Actuación Coordinada de Protección Civil ante una Posible Erupción Volcánica. Se creó además un semáforo simbólico con cuatro posiciones y se colocó en la segunda, la amarilla, que indica actividad anómala. Pero el mensaje es de calma. Los ciudadanos deben seguir "el desarrollo de sus actividades cotidianas con absoluta normalidad", aseguran los responsables del plan -en este momento, el Cabildo de Tenerife-.

Ya entonces empezó a gestarse la tormenta política y científica. Para empezar, en junio se publicó un real decreto que convierte al Instituto Geográfico en responsable de la vigilancia volcánica y de determinar los riesgos asociados. Pero este organismo no está representado oficialmente en el Comité Científico-Técnico. En cuanto a los científicos, el tono discordante lo puso desde un principio uno de los vulcanólogos veteranos en Canarias, Juan Carlos Carracedo, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Este experto no quiso formar parte del Comité Científico por considerar, según declaró entonces, que "no había evidencia de que pudiera haber una erupción", aunque sus declaraciones sobre una posible erupción "tranquila" en Tenerife fueron las primeras en ser recogidas por los medios de comunicación. Carracedo aseguró que "había interés en magnificar" una supuesta crisis "que no tenía ninguna razón de ser", y que se estaba haciendo "terrorismo volcánico".

Los cinco miembros del Comité Científico-Técnico sí creyeron, y siguen afirmando, que "algo está pasando", y que hay que redoblar la vigilancia volcánica. Nemesio Pérez (Instituto Tecnológico y de Energías Renovables de Tenerife), y portavoz del comité, explica que "desde abril hay claras evidencias de movimiento de magma en el subsuelo", y que "no se sabe cómo evolucionará la crisis; sólo la continua vigilancia nos dará información día a día".

Pero tras esta interpretación unánime de los expertos del Comité, también han aparecido desacuerdos. Joan Martí, geólogo del Instituto Jaume Almera (CSIC), ha anunciado su dimisión como miembro del Comité. En un largo comunicado enviado a medios locales, titulado La crisis volcánica de Tenerife, ¿realidad o ficción?, Martí afirma: "Se ha llegado a una situación de confusión y aturdimiento [...] Hoy por hoy desconocemos el significado real [...] de la situación de 'inestabilidad', sus posibles causas y evolución, con lo que difícilmente podemos aventurar qué sucederá mañana, si esto derivará en una erupción y de qué tipo será, como se ha pronosticado en más de una ocasión", o si por el contrario hay que "afirmar tranquilamente que aquí no ocurre nada, como también se ha manifestado".

"La discrepancia científica es necesaria", aclara, pero no en periódicos en medio de una crisis. Se ha creado, afirma, "una psicosis extraña" por una mala gestión de la información y por declaraciones de expertos que han resultado demasiado alarmistas. Y hace autocrítica: "Los que más hemos contribuido a la confusión somos los científicos", incapaces de sentarse juntos.

Martí critica además la escasa operatividad del Comité por falta de financiación. Este órgano se ha reunido sólo una vez (en octubre) desde su constitución. A todo esto, el Instituto Geográfico, responsable legal de la vigilancia, no se ha pronunciado sobre la alerta.

Al margen de la polémica científica, ¿está preparada la isla para hacer frente a una erupción? Para los vulcanólogos -unanimidad esta vez-, la crisis ha dejado claro que, al menos hasta el pasado junio, no lo estaba. En cierto modo, la crisis ha venido bien. Se ha elaborado el Plan de Actuación, que, según la ley, debía estar listo desde 1996. El director insular del Medio Urbano, Paisaje y Protección Civil, Jorge Bonnet, dice que está "preparada la respuesta" en caso de erupción, con un plan en cuatro áreas: intervención (bomberos), sanidad, logística y evacuación y seguridad.

Pero sigue haciendo falta -y de nuevo acuerdo- más vigilancia volcánica, y más coordinada. Los expertos siguen considerando insuficientes los 500.000 euros que la ministra de Fomento -del que depende el Instituto Geográfico- para una red de vigilancia volcánica en 2005.

'Bienvenido a Terrorife'

Una de las consecuencias de la crisis es que la imagen internacional de las islas puede verse afectada. En junio, un diario británico tituló Bienvenido a Terrorife un artículo que recogía declaraciones sobre la falta de preparación frente a una erupción, y citaba a Ramón Ortiz, del CSIC y miembro del Comité Científico, diciendo que "ya toca" una en Canarias.

La revista National Geographic también habló de la alerta, y a su vez fue muy citada. Ortiz hace ahora balance de la crisis, y dice que "el primer problema es la falta de educación" sobre los volcanes. "No se lo creen, miran a los volcanes como si fueran un decorado, los quieren ignorar", se queja. Los demás suscriben el diagnóstico: "Hay que aprender a vivir con los volcanes", sostiene Martí.

Una turista viaja en bicicleta por una carretera de Tenerife, con el volcán Teide al fondo.
Una turista viaja en bicicleta por una carretera de Tenerife, con el volcán Teide al fondo.

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