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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Poeta europeo

A estas alturas Adam Zagajewski aparece desgajado de su grupo y de su generación poética polaca (que llevaban nombres tan efímeros como "Ahora", "la Nueva Ola" o "de 1968"). Cuando su valiente singularidad lo perfila ya para el Nobel, estos dos libros ejemplifican a la perfección una teoría del poeta, frente a las abundantes teorías de la poesía, que casi nunca dicen nada. Los verdaderos poetas intervienen en el mundo de una manera muy amplia, por invisible que pueda resultar al gran público. Lo hacen fuera de la poesía y también fuera de cualquier escritura. Su inmediatez total con la vida se alimenta de muchas distancias, que en el caso de Zagajewski empezaron pronto. Nació en una ciudad polaca que ahora está en Ucrania. El nazismo acababa de ser sustituido por el "cruel régimen" comunista, que le privó de tres patrias: Cracovia, la libertad y la poesía. Estuvo exiliado en Francia y luego en Estados Unidos. Mucho de lo que esa vida ha deparado se encuentra misteriosamente en estos dos libros. En la belleza ajena (memorias, diario, aforismos) apoya su bastidor biográfico principalmente en Cracovia. El contrapunto en muchos órdenes es París. Como buen narrador, Zagajewski trabaja con elipsis. Cuenta muy poco de su intimidad. Teje el tapiz proustiano con excelentes secundarios, especialmente sus tíos, y algún "extra" ocasional, como el que entonces se llamaba Karol Wojtyla. Zagajewski padece la sombra de las dos tiranías del siglo XX: hitlerismo y stalinismo, Goebbels y Mólotov. Esa obsesión por los nombres delata al poeta. También la necesidad de silencio, la capacidad para componer sus propias oraciones, la percepción intensísima del tiempo y la entrega a la contemplación. La naturalidad para decir lo incompatible pertenece igualmente al poeta. Esta narrativa de la verdad no limita con la prosa de ficción, sino con los dos grandes géneros antiguos de la prosa: filosofía e historia. El poeta "es hermano mayor de los filósofos". Él mismo tuvo que dar clase de filosofía marxista y llegó "incluso hasta Marx". En la otra frontera, aunque Zagajewski lamenta no ser historiador, estas memorias constituyen una insobornable meditación sobre Europa. Desagradará a muchos europeos desmemoriados, que desde hace décadas se han autoproclamado los buenos absolutos de la Historia. Habla con razón del "lento proceso de la regeneración europea" alguien que tuvo que exiliarse de Polonia en una fecha tan cercana como 1982. En fin: el lector agradece que un ciclotímico moral prefiera el optimismo.

Tierra del fuego (poesía) resume el misterio en la aceptación de un destino raro: "aquel día la nada / ... quemó los labios / a los niños y los poetas". Entre mitos, ángeles y aeropuertos, la claridad nace de mucho instante oscuro. En esta poesía "que predice el pasado" hay textos para la pintura (Rembrandt, Vermeer, Degas), para la música ("las voces masculinas rogaban tan serenas") y para la arquitectura ("¿Qué son las iglesias barrocas? Lujosos / gimnasios para santos atletas"). Surgen sin problema las palabras políticas, como dictador o referéndum, porque Zagajewski escribe "pensando en el engima del poder". Lo mejor: hace muchas preguntas ("¿Quieres llorar?"). Y deja mucha belleza: "sopla viento del oeste, de España, / trae una gota de tristeza y un átomo del océano".

Adam Zagajewski. En la belleza ajena. Traducción de Ángel Díaz-Pintado. Pre-Textos, Valencia, 2004. 248 páginas. 21,50 euros. Tierra del fuego. Traducción de Xavier Farré. Acantilado, Barcelona, 2004. 79 páginas. 10,58 euros.

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