_
_
_
_

El Ayuntamiento modifica el plan de urbanismo para salvar un colegio

El centro iba a ser un jardín tras su demolición

El Ayuntamiento madrileño modificará el mes próximo el vigente Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), que data de 1997, lo que evitará que el colegio público Santa María, sito en el barrio de Lavapiés, sea demolido. Lo previsto en el PGOU era que ese centro fuese derribado y convertido en parque público. Durante estos años ha estado abandonado y muy deteriorado -sin recibir dinero para su conservación- y sus aulas han seguido ocupándolas 300 estudiantes, de 3 a 12 años. El Ayuntamiento y la Comunidad han decidido salvar el colegio, "dado el aumento de escolares en la zona".

Más información
"Ningún centro nuevo en la zona durante 15 años", dice el PSOE

La Consejería de Educación y el Ayuntamiento, que comparten la tarea de rehabilitar los colegios públicos en la Comunidad de Madrid, han decidido invertir conjuntamente "dos millones de euros" para las obras de "rehabilitación, ampliación y mejora" de las infraestructuras del colegio público de educación infantil y primaria Santa María, situado en la calle del Casino, en pleno Lavapiés.

Un colegio cuya demolición fue decidida hace ahora siete años, pero cuyas aulas han seguido llenándose año tras año de estudiantes de entre tres y 12 años (alrededor del 12% inmigrantes). El centro no ha dispuesto durante todo este tiempo de presupuesto para su conservación. Muy deteriorado, con escombros en el ala más abandonada del colegio, recibe visitas esporádicas de indigentes y toxicómanos, y tiene un mobiliario sin renovar, como es el caso de los armarios, algunas mesas y todas las ventanas y puertas del centro, desde los años setenta. Sólo el año pasado casi 300 alumnos estudiaron en estas condiciones.

El Plan General de Ordenación Urbana Municipal (PGOUM) de 1997, el vigente en la actualidad, calificó los suelos donde se localiza el colegio como zona verde. La incompatibilidad de las instalaciones del centro con su nuevo uso hacía inminente su demolición. Incluso había una fecha: 1999. Este año comenzaron las movilizaciones más importantes protagonizadas por la comunidad educativa del colegio, con el apoyo de los padres de los alumnos.

Una primera propuesta de "integrar", en vez de "excluir", el centro dentro de la ampliación del parque fue desestimada por el Ayuntamiento, que la sustituyó por la promesa de "encontrar un emplazamiento alternativo y próximo" al colegio. La Gerencia Municipal de Urbanismo propuso trasladarlo a un local de la calle del Doctor Fourquet, próxima a la calle del Casino. Pero sólo un año después la propuesta fue desestimada: El Ministerio de Educación lo consideró "inapropiado para un centro de educación infantil y primaria".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Un recinto 'fantasma'

Y desde entonces y hasta ahora, el colegio ha resistido siendo una zona verde, una especie de colegio fantasma sin que ninguna de las dos administraciones competentes para ello (Ayuntamiento y Consejería de Educación) hayan invertido dinero para el mantenimiento de sus desfasadas instalaciones. "Era un colegio que se iba a demoler. ¿Cómo íbamos a invertir dinero en él?", señalan fuentes de la Concejalía de Urbanismo.

Ángel Luis Álvarez, padre de uno de los alumnos, cuenta que "cuando se rompía una ventana eran los miembros del APA (Asociación de Padres de Alumnos) y la dirección del centro" quienes ponían el dinero para su reparación.

Pero devolver al Santa María su condición de "equipamiento escolar" exige poner en marcha largos trámites burocráticos, que comienzan con la redacción del documento para su nueva recalificación, pasan por la aprobación de dicho documento en un nuevo pleno municipal y acaban con la adjudicación del proyecto a una empresa constructora que se encargue de realizarlo. "Las obras no podrán comenzar hasta junio de 2005", reconocen fuentes de la Concejalía de Urbanismo, que aseguran que la "recalificación ya se está tramitando" en sus oficinas. Afectarán previsiblemente a la marcha del curso escolar, puesto que es "imposible acabarlas en dos meses, dada la envergadura de las mismas". El pabellón más abandonado del colegio, donde es fácil encontrar jeringuillas de toxicómanos, ampliará las instalaciones disponibles para los estudiantes.

Una moción presentada conjuntamente por el PSOE e Izquierda Unida, "con carácter de urgencia" en el pleno del pasado 29 de junio, parece haber acelerado la recalificación de los terrenos que ocupa el colegio. En la proposición denunciaban "la calidad cada vez más precaria del colegio", así como sus "pésimas condiciones higiénicosanitarias.

Bonifacio Alcañiz, director del área territorial de Madrid capital, dependiente de la Consejería de Educación, señalaba en un documento fechado el pasado 14 de junio "las importantes deficiencias de las instalaciones del centro". Tras admitir "la falta de plazas escolares en la zona", Alcañiz agregaba: "Teniendo en cuenta que este colegio debe seguir funcionando por necesidades de escolarización, serían necesarias obras urgentes de mantenimiento por parte del Ayuntamiento con las que paliar las graves deficiencias que presenta".

Toxicómanos entre los libros

A los 23 alumnos de la clase de primero de infantil del colegio público Santa María les gusta la plastilina, los trabajos manuales y pintar lienzos con témperas de colores. También les gustaría hacer agujeros en el barro durante el recreo, si lo hubiese. Pero su hora del bocadillo la pasan en un estrecho pasillo de cemento encasillado entre sus propias aulas y otras más abandonadas y llenas de escombros que reciben las visitas espontáneas de indigentes y toxicómanos de la zona. Es tan estrecho que difícilmente los pequeños consiguen hacer botar un balón en él.

Los visitantes aprovechan la intimidad de las ruinas, y dejan olvidados botes de cerveza, bricks de vino e incluso sus jeringuillas usadas. Hay veces, como cuenta la conserje, que incluso se atreven a molestar a los pequeños que juegan en el patio. "Estamos durmiendo", gritan desde las ventanas.

Las ventanas del colegio las protege un enrejado metálico de estrechas cuadrículas, y que alguien, seguramente la conserje o los propios padres, se ha encargado de disimular pintándolo de blanco. Hay grietas en las paredes -hace años que necesitan una buena mano de pintura- y agujeros en las puertas, forzadas por algún caco que entró a robar. Hasta que en junio de 2005 no empiecen las obras de "rehabilitación" del centro, el Santa María previsiblemente seguirá cercado, entre la calle de la Ribera de Curtidores, la calle del Casino y los jardines del Casino de la Reina, entre muros de ladrillo y puertas de metal sin ventanas. Son tan altos sus muros que muchos de los que pasean ante su puerta ni siquiera sospechan que detrás hay un colegio.

La asociación de padres de alumnos del Santa María habla de "años de abandono". "Es un colegio fantasma que ha estado todo este tiempo sin pertenecer a nadie", se quejan. Ni el Ayuntamiento, que es el propietario del suelo, ni el Gobierno regional, con las competencias de educación transferidas, han invertido dinero desde que se acordó, en 1997, que el colegio fuera derruido.

A pesar de todo, el centro goza de gran popularidad en el barrio. Y siempre hay exceso de solicitudes de admisión, aunque esto no sea un hecho aislado en los colegios públicos de la región.

Mientras no se construyan más colegios públicos o se rehabiliten los que ya están en pie, "serán muchos los que seguirán optando por los centros privados", dice Ángel Álvarez, padre de un alumno. "Eso sí, los que puedan".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_