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Un delincuente que se hacía pasar por opositor político

Hicham Mandari, asesinado a principios de mes en Mijas, era un delincuente que intentaba hacerse pasar por un adversario político de la monarquía marroquí, con la que mantenía un largo contencioso que empezó hace seis años. Llevaba desde 2002 hablando de un supuesto Comité Nacional de Marroquíes Libres, un grupo de oposición que decía haber fundado en Londres y del que era el único miembro conocido. En su número de julio, el semanario independiente Le Journal de Casablanca anunciaba que Mandari iba a desencadenar "una campaña perjudicial para Marruecos".

Mandari llevaba en realidad años asestando golpes mediáticos a la monarquía alauí y como las autoridades francesas le vigilaban de cerca quería instalarse en la Costa del Sol, donde últimamente se han afincado otros marroquíes disidentes. "En España me sentiré más seguro", comentó Mandari por teléfono la pasada primavera a EL PAÍS. "Me he dirigido, a través de mi abogado, William Bourdon, a la Embajada de España en París para informarme sobre los trámites a seguir, pero no me han contestado", añadió. La representación diplomática española negó cualquier contacto.

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En París, Mandari sufrió dos atentados, nunca aclarados por la policía francesa, con los que aparentemente sólo se pretendió amedrentarle para que permaneciese callado. Él no dudó en achacarlos a los servicios secretos marroquíes y Bourdon, un prestigioso letrado, se apuntó a esa tesis cuando en 2002 declaró que se debían "a las pasadas relaciones con la familia real marroquí".

Después de estos episodios violentos, el pasado verano empezó lo que Mandari describió como el intento de la compra de su silencio, y el banquero Otman Benjellun como un vil chantaje. Lo cierto es que Benjellun, uno de los hombres mas ricos de Marruecos, se entrevistó con él en París y le dio 1,3 millones de dólares, una primera entrega que no tuvo continuación porque el banquero le denunció.

¿Por cuenta de quién actuó Benjellun? Los semanarios independientes marroquíes han dado a entender que el multimillonario hizo de intermediario del palacio real, cuya bestia negra era Mandari desde que en junio de 1999 compró una pagina de publicidad en el The Washington Post en la que amenazaba al rey Hassan II con revelar secretos si no cesaba la persecución contra él y su familia y no se le devolvían las propiedades que se le habían incautado en Marruecos.

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Un año antes, Mandari, que desempeñaba funciones en la seguridad del palacio -aunque él se hizo pasar por consejero real-, había robado talonarios de cheques con los que sacó importantes cantidades de las cuentas de Hassan II en Suiza que le permitían llevar un lujoso tren de vida. No fue ése el único delito que cometió. En Francia tenía otras muchas causas pendientes, como la falsificación de dinares de Bahrein por importe de 350 millones de euros. Por eso EE UU le extraditó a Francia.

Mandari ha muerto sin llegar a hacer ninguna revelación con las que amenazaba. Sólo ha insistido hasta la saciedad en que era hijo ilegítimo de Hassan II y hermanastro de Mohamed VI. Tampoco aportó pruebas, aunque se declaró dispuesto a hacerse la prueba de ADN. Nunca negó el robo del talonario, pero lo justificó porque así recuperaba una parte de la herencia que el anterior soberano no estaba dispuesto a dejarle.

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