Las noticias de carne y hueso
Ahí tienen a Mariano Rajoy y a José Luis Rodríguez Zapatero saludándose deportivamente antes de comenzar el debate que se celebró unos días antes de las pasadas elecciones generales en los estudios de Canal +. Dicen los poetas y los físicos que cuando evitamos, por cobardía o mezquindad, la ejecución de algo a lo que estábamos moralmente obligados, un fantasma nuestro lo lleva a cabo en una dimensión paralela. Es cierto que ese debate preelectoral no se pudo realizar en la vida real porque a Rajoy le daba miedo perder la ventaja de salida que le daban las encuestas, pero -tal como afirman los físicos y los poetas- pudimos verlo en esa otra dimensión paralela de Las Noticias del Guiñol. Hablaron de economía, de vivienda, de seguridad ciudadana, de política exterior, de cultura, es decir, de los asuntos que interesaban a la gente. Fue un cara a cara apasionante, aunque ignorado por el CIS, que no hizo encuesta alguna para saber quién lo había ganado. Lo cierto es que el candidato del PP perdió las elecciones.
Precisamente, a los pocos días de esa derrota, ya en la oposición, Rajoy declaró en una emisora de radio que se arrepentía de no haber debatido porque "a mí", dijo, "me gusta mucho debatir". Al principio no dábamos crédito, por lo que dedujimos que estaba hablando su muñeco. Una llamada telefónica a la emisora nos sacó de dudas: era el Rajoy de carne y hueso que, contagiado de las virtudes morales de su réplica de látex, se tiraba de los pelos de la barba por no haber tenido el coraje de hacer en la vida real lo que su muñeco había llevado a cabo, con brillantez por cierto, en la imaginaria. Desde ese día, nunca sabemos cuándo habla él y cuándo su monigote, porque se ha producido un curioso trasvase de rasgos psicológicos entre el uno y el otro. Tengo para mí que los guionistas de Canal + ya no le escriben los diálogos: se limitan a transcribir lo que le escuchan en las entrevistas reales.
Y esto no sólo ocurre con Rajoy, pues también Acebes y Michavila y Zaplana parecen haber comprendido que sus peleles les representan mejor que ellos mismos y se han lanzado a una frenética competición con ellos. Recuerden, si no, sus risotadas de absurda felicidad tras perder las elecciones europeas a las pocas semanas de haber perdido también las generales. En otra época, sólo sus guiñoles habrían celebrado un fracaso con esa alegría desbordante. Quiere decirse que llevan dentro de sí, a modo de conciencia, un muñeco de guiñol que guía su comportamiento. Así las cosas, quizá no esté lejano el día en el que las elecciones no las ganen ni las pierdan los políticos de verdad, sino los de Las Noticias del Guiñol. Usted y yo continuaremos siendo de carne y hueso porque no tenemos más remedio (esos monigotes cuestan un ojo de la cara), pero en Moncloa vivirá un individuo de goma que dirigirá los destinos de la patria. ¿Y qué harán entonces los políticos reales? Se ganarán la vida imitando a sus guiñoles en un programa de TV al que llamarán Las Noticias de Carne y Hueso, con cuyas ocurrencias nos moriremos de la risa. Dicen los poetas y los filósofos que cuando un muñeco no se atreve, por cobardía o mezquindad, a hacer algo para lo que estaba destinado, una persona de verdad lo hace por su cuenta en una dimensión paralela. Y en eso estamos.
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