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Columna
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De Lucía

Menos mal que le han dado el Premio Príncipe de Asturias de las Artes a Paco de Lucía, menos mal porque si no se hubiera dado ese hecho feliz, no habría tenido más remedio que escribir sobre el X Congreso del PSOE-A y sus previos, tan cargados de morbo en Sevilla. Hoy empieza el congreso y Manuel Chaves va a Granada con todos los éxitos en la maleta y el reconocimiento como referente del partido, que le ha vuelto a elegir presidente y para el que, en tiempos buenos y tiempos malos, ha estado siempre en primera línea de servicio. Someterá su candidatura a la secretaría general a votación, porque votos son democracia y evidencian de manera contundente los apoyos con los que se cuenta. Pese a los previos y el morbo que han producido en algunos, el congreso de Granada debe ser el congreso más triunfal de Chaves.

Pero decía que el jurado del Príncipe de Asturias de las Artes ha otorgado el Premio a Paco de Lucía del que dice que se le otorga por su capacidad de trascender "fronteras y estilos" que le han convertido en un músico de dimensión universal: "Todo cuanto puede expresarse con las seis cuerdas de la guitarra está en sus manos". Cree Paco de Lucía que el flamenco no está reconocido y por eso no se esperaba el premio, porque él aunque, como dice el jurado trasciende fronteras y estilos, es ante todo un flamenco, y es él para los flamencos un orgullo, la mejor referencia, el más grande y más respetado de todos, el indiscutible. Su historia está ahí, su revolución ha tenido tantas y tan importantes consecuencias artísticas que, ahora que se le distingue de tan importante manera, una repara en que también podía haber sido antes. Me recuerdo escuchando a Paco de Lucía, en estado de gracia él y en estado de felicidad yo, después de que Félix Grande, ni el se acordará, me confesara en una entrevista, hace mil años, que de mayor quería ser algo inalcanzable, ¿qué? le pregunté, y me dijo, entre resignado y entregado a su sueño: ¡Paco de Lucía! Luego, otro día, también le hice una entrevista a Paco de Lucía, muerta de miedo porque debía ser la segunda o la tercera que hacía en mi vida, pero también temblando de emoción porque ya lo había escuchado tocar. Estar en los sitios y conocer a los genios, son las cositas buenas que a veces pasan en este oficio.

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