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Tribuna:COYUNTURA NACIONAL
Tribuna
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Signos de cansancio

Al comentar en esta columna, a finales de mayo, los datos de la Contabilidad Nacional del primer trimestre del año, señalaba que el tren de la economía española estaba adquiriendo una velocidad de crucero importante, pero que la vía que había elegido no era de calidad suficiente, lo que, de continuar por ella, le obligaría a reducir su velocidad. Han pasado poco más de dos meses desde entonces y los datos disponibles para el segundo trimestre ya indican que el tren se frena.

Si observamos los indicadores de producción, demanda y empleo seleccionados en los gráficos -algunos de ellos, indicadores sintéticos elaborados a partir de otros muchos-, llegamos a la conclusión de que el crecimiento de la mayoría en el segundo trimestre está flexionando a la baja y es menor al del primero. Así parece comportarse el consumo de los hogares y la inversión en construcción. Aunque la inversión empresarial en equipo muestra una trayectoria ascendente -lo más positivo de la coyuntura actual-, el conjunto de la demanda interna (excluyendo la formación de existencias, de la que no tenemos información) no crece más que en el trimestre anterior. De la demanda externa, sólo tenemos datos de abril, que nos indican que la contribución del saldo exterior al crecimiento del PIB continúa siendo tan negativa o más que en periodos anteriores. Por el lado de la producción, la industria parece recuperarse suavemente, pero los servicios y, como se ha dicho, la construcción se desaceleran. La misma tendencia muestran las afiliaciones a la Seguridad Social -indicador de empleo a falta de la EPA del segundo trimestre- y un indicador tan significativo como el consumo de energía eléctrica.

Podría pensarse que la victoria socialista no ha sentado bien a la economía. Pero la cosa viene de atrás

Podría pensarse que la victoria socialista no le ha sentado bien a la economía, pero no; siendo justos, debemos decir que la cosa viene de más atrás. Tiene que ver con el modo con que se han producido los acontecimientos desde nuestra adhesión a la UEM. Este hecho, al venir acompañado de una fuerte reducción de los tipos de interés y de la desaparición del riesgo del tipo de cambio, provocó lo que los economistas llamamos un shock de demanda intenso y duradero, que nos hizo pasar por la fase de recesión internacional sin apenas enterarnos y que alumbró la temprana recuperación a finales de 2002. Los bajos tipos de interés y el acceso al crédito internacional casi sin restricciones relanzaron el gasto de los hogares en consumo y vivienda.

¿Qué tiene esto de malo? Pues que los shocks de demanda son como llamaradas que alegran la economía y la vida de las personas durante un tiempo, pero que, si no van acompañados de mejoras en las estructuras productivas, no conducen a ningún sitio, no aumentan el potencial de crecimiento de la economía, sobre todo si el gasto realizado lo ha sido en consumo e inversión dudosamente productiva -la vivienda que se deja vacía-. Es más, suelen dejar una herencia pesada, la factura de la fiesta que hay que pagar. La integración en la UEM requería hacer unos deberes en forma de reformas estructurales que no se han hecho, y todo ello ha debilitado a los sectores productivos que tienen que competir internacionalmente. Ahora se necesita de estos sectores, pero al volver la vista a ellos vemos que algunos están emprendiendo el camino del exilio (deslocalización) o que no son competitivos. El nuevo Gobierno parece tener claro el diagnóstico, pero de momento no aparecen planes claros y coherentes para afrontar la situación ¿Nos pasará como a Alemania tras la reunificación?

Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS)

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