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Avril Lavigne reniega del 'punk' y asegura que lo suyo es el rock y el pop

La artista canadiense presenta en Madrid su segundo disco, 'Under my skin'

Avril Lavigne (Canadá, 1984) tocó ayer por primera vez en Madrid para presentar su segundo disco, Under my skin (BMG). Directa, escueta, poco dispuesta a aceptar los clichés que le acompañan desde que lanzó, con tan solo 16 años, Let go (2002), su primer álbum, Lavigne no tiene dudas acerca del puesto que ocupa en el mundo del rock: "Odio que digan que soy una estrella del punk. Eso es viejo. Lo mío es el rock y el pop".

Under my skin "es un disco mucho más profundo que el primero. Han pasado tres años desde Let go y yo he cambiado, he crecido y madurado. Antes tenía 16 años, era una niña y ahora he aprendido de todo, tanto de lo bueno como de lo malo". Avril Lavigne ha compuesto y coproducido las 12 canciones de su nuevo disco, para el que ha contado con la ayuda del productor Don Gilmore (Pearl Jam, Linkin Park) y la colaboración de Ben Moody, guitarrista de Evanescence. "En mis canciones intento expresar lo más profundo de mí, pero para eso tengo que estar preparada. Soy muy perfeccionista con mi música", admite la cantante.

Lavigne, 19 años, dos discos en el mercado, una gran gira mundial y millones de fans en todo el mundo, no quiere ser clasificada como cantante de punk. "Lo que yo hago es música rock y música pop. Mis dos álbumes son diversos en ese sentido", explica.

Fan declarada de Alanis Morissette, Janis Joplin, Courtney Love o Outkast, Lavigne no se ha fijado en nadie a la hora de escribir las canciones de su nuevo álbum. "No tengo ningún héroe en particular, ningún artista que me haya guiado especialmente. Sólo me inspiran la buena música, las buenas canciones y los buenos temas." Lavigne reconoce, pese a todo, que le hubiera gustado componer "Hey ya, de Outkast".

Pequeña y de aspecto frágil, Lavigne vendió 14 millones de copias de Let go y fue nominada a ocho premios Grammy en el año 2002. Aunque aparece constantemente en las cadenas de televisión norteamericanas, Lavigne ha cultivado la imagen de joven rebelde que consigue el éxito siguiendo sus propias reglas. No le preocupa decir lo que piensa. "No me gustan los programas como American Idol [el Operación Triunfo de EE UU] . Estoy encantada de no haber tenido que estar en esa situación. Sus concursantes me dan pena. Les dicen lo que tienen que vestir, lo que tienen que cantar, lo que pueden o no pueden hacer. No tienen libertad para ser la persona que son en realidad", aseguraba ayer.

Lavigne, siempre rodeada de su equipo, habla sentada en un sofá, enfundada en unos pantalones negros con cremalleras en las perneras, en chancletas, con los pies puestos alternativamente sobre la mesa o el sillón. "Tengo la suerte de que a mí me dejen ser quien quiero ser", explica. "Soy un espíritu libre, una persona despreocupada y espontánea", añade.

Aunque Lavigne compone con su guitarra, pocas veces se las vio juntas durante la gira de Let go. Ayer, antes de su concierto en el Auditorio del Parque Juan Carlos I de Madrid, prometía "mucha intensidad y más momentos míos tocando la guitarra que en el tour anterior".

La gira de Avril Lavigne, que la artista pretende llamar La gira de los huesos en referencia a Under my skin, el título de su segundo disco, le llevará mañana a Londres. Aunque reconoce que lo peor de la música es que "hay que trabajar mucho", no se queja. "Soy una privilegiada. Es verdad que echo de menos estar en casa, pero me encanta viajar. ¡Toco todos los días, he dado tantos conciertos que no puedo acordarme de todos los lugares en los que he estado sin la ayuda de mis músicos!".

Avril Lavigne, en Madrid.
Avril Lavigne, en Madrid.MIGUEL GENER

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