_
_
_
_
Reportaje:MÚSICA

La fusión más tentadora

Diego A. Manrique

Estaba predestinado para el mestizaje: Andrés Levin (Caracas, 1971) desciende de una familia judía "y también tengo sangre argentina y británica". Levin creció en Venezuela donde su padre componía música electroacústica. Recuerda haber grabado su primera maqueta -"en una onda psicodélica"- a los 9 años. Una beca le llevó a Berklee, donde aprendió "cómo conjugar ser compositor, productor, arreglista y ejecutante". Aguantó menos de un año, "pasar mucho tiempo allí es peligroso para la creatividad", y saltó a Nueva York, donde alternó estudios en Julliard con trabajos en estudios. "Era el chico que hacía el café hasta que Nile Rodgers, de Chic, me fichó para programar de Synclavier; terminamos componiendo y produciendo juntos".

Levin puede ser latino pero, en lo personal, exuda cool neoyorquino. Profesionalmente está afincado en dos mundos. Dentro del rhythm and blues, ha trabajado con Chaka Khan, D'Angelo, Tina Turner, Macy Gray o Mica Paris, pero es también el productor al que acuden figuras latinas en busca de sonidos cosmopolitas: la española Ana Torroja, el cubano Jorge Moreno, la mexicana Paulina Rubio, los venezolanos Amigos Invisibles, los brasileños Carlinhos Brown, Moreno Veloso y (olvidemos lo que dice su pasaporte) Arto Lindsay, de cuya banda fue director musical. Su estética pasa por llevarles hacia otros mundos sonoros, algo que desarrolló en los discos colectivos Red hot + Rio, Red hot + riot y Red hot + Lisbon. "Mi discurso es: tú eres bueno en lo tuyo pero déjame empaparte de información musical y a ver lo que nos sale. Descubrirás que, por ejemplo, la cumbia colombiana, tan despreciada, está emparentada con el afro-beat de Lagos. Cucu, mi novia, dice que soy un cocinero, un curandero, siempre mezclando ingredientes y sabores".

Yerba Buena viene del deseo

de dar un salto cualitativo en la fusión latina. "Estaba produciendo a un cantante francés en La Habana y se me ocurrió meter percusión de chekeré en un bolero. El arreglista me gritó: '¡Usted está rompiendo las reglas de la lógica de la estructura de la estética de la música cubana!'. Y me dije: precisamente, precisamente".

Así, Yerba Buena hermana a Xiomara Laugart, procedente de la nueva trova, con Pedrito Martínez, puro rumbero. El abigarrado disco, President alien (Sony), es el resultado de un año y medio de sesiones, con apariciones de Dave Valentin, Roy Hargrove o Meshell N'Degeocello. Un periodo tan largo que hubo incluso conflictos, con la marcha del compositor y cantante Descemer Bueno: "Me lo traje de Cuba a Nueva York, le alojé y le di un curso completo sobre músicas estadounidenses. Pero se le subió a la cabeza: luego, en gira, tuvo comportamientos violentos. Y se fue llevándose grabaciones hechas en mi estudio". Hablemos de lo positivo: "Éste es un grupo para todos los públicos. Hemos sido teloneros de Celia Cruz, Ray Charles, Willie Nelson o la Dave Matthews Band... ¡y siempre hemos funcionado!".

Para próximas entregas de Yerba Buena, Levin anuncia una aproximación a "músicas de influencia mora, desde la turca al flamenco o el fado". Simultáneamente, irán saliendo discos en solitario de los miembros del grupo. "Pero no quiero pensar en ello: de momento, estoy produciendo el tercer disco de Orishas. Habrá sorpresas, advierto". Advertidos quedamos.

Yerba Buena actúa en Barcelona (días 21 y 22 de julio), Cartagena (23) y Madrid (24).

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_