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Columna
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Nostalgia y presente

La Caja Vital de Vitoria presenta una exposición con obras de los artistas que conformaron a mediados de los años sesenta el Grupo Gaur. En uno de los espacios figuran piezas que fueron mostradas en la presentación a la realidad vasca del citado grupo en la galería donostiarra Barandiarán en abril y mayo de 1966. El resto de espacios lo llenan obras fechadas en años posteriores, algunas de ellas cercanas al ahora mismo.

Por el ámbito de la muestra se hace patente una atmósfera de ahondada nostalgia, recrecida por el recuerdo de los cinco ausentes, ya muertos, Jorge Oteiza, Eduardo Chillida, Amable Arias, Remigio Mendiburu y Rafael Ruiz Balerdi. Los nombres de los tres artistas que aún viven, y ojalá que por muchos años, son Néstor Basterretxea, José Antonio Sistiaga y José Luis Zumeta.

Sólo cuando la mirada se va posando en cada obra, por separado, es cuando dejamos a un lado esa carga de nostalgia, para acordarnos exclusivamente del arte. Entramos en una dimensión más sosegada y crítica, pero no menos gratificante. Por citar lo más destacado, y sin orden de prelación, atisbamos con reflexivo deleite las espirales, las convergencias, las cajas vacías, las desocupaciones, las maclas, el inconmensurable Homenaje a Velázquez del que es autor Jorge Oteiza; los hierros, aceros, alabastros, las gravitaciones y lurras de Eduardo Chillida, gestado todo ello con poética precisión de altísimo cuño; de nuevo las obras de Amable Arias se tornan tanto más apreciadas, cuanto más fueron incomprendidas en su tiempo; la alada grafía de Ruiz Balerdi, en especial en torno a las obras de la década de los ochenta; la potencia colorística y gestual de Zumeta, lo mismo en lo que atañe a obras realizadas en los sesenta como a las de medianas y grandes dimensiones firmadas en 2003 y 2004.

El resto lo cumplimentan con acuciosa solvencia, y bajo búsquedas abiertas en pos de direcciones varias, las obras de Basterretxea, Mendiburu y Sistiaga.

Si en la puesta en escena se evidencia un cierto apelotonamiento, con la consiguiente falta de "respiración visual" entre las obras, creemos que vale la pena tratar de encontrar un espacio mucho más amplio, un espacio que permita incluir obras de grandes dimensiones afines a la marca de Chillida, como más de un mural que acredite el gran momento en el que se encuentra Zumeta, y alguna de las esculturas de impactante rotundidez, tal la serie Argi zubi de Mendiburu, por citar tres ejemplos muy significativos. Dicho todo ello para gloria del Grupo Gaur, al que uno quisiera abrumar de lisonjas.

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