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Reportaje:EN EL CENTENARIO DE CHÉJOV

Antón Chéjov, la piel del cuento

Desde finales de los noventa a este mismo año ha habido una buena cantidad de ediciones de los cuentos de Chéjov que, al ser siempre en forma de antologías, causan no poca perplejidad al lector que pretende reunir la mayor cantidad de obra posible o, simplemente, iniciarse en la lectura del gran autor ruso. Como el problema es la repetición de textos, despejemos primero lo que no son cuentos. La maravillosa obra teatral de Chéjov se encuentra reunida en dos volúmenes de bolsillo en Alianza Editorial (Las tres hermanas y El huerto de los cerezos, el primero, e Ivanov, La gaviota y El Tío Vania, el segundo). Las traducciones, imbatibles, son de Juan López Morillas. También existe una edición de La isla de Sajalín (Orlov, 1998), un texto de corte informativo-sociológico sobre la colonia penitenciaria de esta isla del Pacífico que es un libro insólito que se corresponde con un viaje no menos insólito. Está traducido por Víctor Gallego Ballesteros, otro excelente traductor.

En Chéjov es más importante lo que sucede por debajo de la piel del cuento que la piel del cuento misma
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Las antologías recientemente aparecidas en volumen único son, por orden de aparición en librerías: Obras selectas (Espasa, colección Austral/Summa, 1999); Cuentos imprescindibles (Lumen, 2001); Cuentos (Pre-Textos, 2001) y Cuentos (Alba Editorial, 2004). Las repeticiones, como bien se puede suponer, son abundantes, incluso en los títulos de las recopilaciones; la elección, para quien quiera procurarse uno solo de los libros, es complicada; y para quien busca conseguir el máximo de cuentos, me atrevería a decir que irritante. La más amplia de las selecciones es la de Espasa; va precedida de un prólogo, escrito con sensibilidad, cualidad a la que era muy afecto el autor, de Soledad Puértolas. Contiene una amplia selección de cuentos y diez novelas cortas o cuentos largos. El principal problema de este libro es que procede, como es lógico, de las diversas ediciones en formato bolsillo de Austral y se debe a ellas, por lo que la selección viene condicionada por los fondos de la editorial y se nota en la cantidad de cuentos de la primera etapa de Chéjov que incluye; las traducciones son variadas, como corresponde a la procedencia.

Otro escritor, esta vez norteame-ricano, Richard Ford, es seleccionador de los Cuentos imprescindibles. En su acercamiento a Chéjov hace una muy atinada observación: "Los relatos de Chéjov -en especial los más destacados-, pese a su aparente sencillez, su engañosa accesibilidad y claridad, siguen pareciéndome relativamente impenetrables para los jóvenes corrientes". Un buen ataque a lo que tiene de tópico lo de la sencillez de Chéjov. Ford arrima el ascua a su sardina y toma a Chéjov como base de apoyo para la posterior tradición minimalista norteamericana a la que él mismo pertenece; esto fuerza la selección -en la que figuran bastantes cuentos ya recogidos en las otras antologías-, pero es una buena introducción al mundo de Chéjov. Las traducciones son también de diversa procedencia, pero están unificadas por Ricardo San Vicente.

Los Cuentos de Pre-Textos son todos de una cierta extensión, están precedidos por un prólogo claro y explicativo de J. Muñoz Millanes y la traducción, también excelente, se debe a Víctor Gallego Ballesteros. Sólo coincide en un relato con el de Ford, de manera que la suma de ambos parece una buena opción. Lo único que queda en el aire es la diferencia de títulos: si los de Ford son imprescindibles ¿qué son los de Pre-Textos? En fin, cosas de los títulos. Afortunadamente, hay que decir que la selección del de Pre-Textos es muy compacta, coherente y se atiene bien a la característica que el prologuista toma de Shlovski: "La tensión narrativa no se debe al desarrollo de una trama, sino a una suspensión de los acontecimientos: no al hecho de que algo pase, sino al de que algo cesa momentáneamente". Es una afirmación que afecta a la narrativa de Chéjov en general que aquí se cumple de manera particular.

Con el mismo título que el an-

terior (Cuentos, Alba Editorial, 2004) acaba de aparecer una amplia selección debida a Víctor Gallego -que toma cuatro cuentos prestados de su edición de Pre-Textos- ordenada cronológicamente y que se atiene a mostrar una línea evolutiva incluyendo algunos relatos desconocidos hasta ahora que son verdaderas joyas (por ejemplo, Luces). Puestos a hacerse con un solo volumen, quizá sea éste el más adecuado. En él se repiten relatos de otras antologías, varios, pero la coherencia de conjunto, muy bien explicada en el prólogo, y la relación cantidad-calidad, ofrece un resultado muy convincente.

Sin embargo, no debemos olvidar los cuatro volúmenes de relatos en formato bolsillo de Alianza Editorial. Uno de ellos (Mi vida, novela corta incluida en la edición de Espasa) lo traduce, una vez más, Ricardo San Vicente. Los otros tres (El pabellón número 6, La señora del perrito y El violín de Rostchild) son traducciones de Juan López Morillas, desgraciadamente desaparecido y al que debemos también las formidables traducciones de clásicos rusos a las que dedicó especialmente sus años de jubilación. Es la opción a precio popular y garantía total. Conviene añadir que en manos de los tres traductores especialmente mencionados en esta breve nota, Chéjov se encuentra al alcance del lector español en las mejores condiciones. Opten por la que opten, no dejen de leerlo y recuerden: en Chéjov es más importante lo que sucede por debajo de la piel del cuento que la piel del cuento misma.

El escritor ruso Antón Chéjov (29 de enero de 1860-2 de julio de 1904) visto por Loredano.
El escritor ruso Antón Chéjov (29 de enero de 1860-2 de julio de 1904) visto por Loredano.

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