PAN: ¿un relanzamiento en busca de algo más que likes?
Los Estados que aún tiene Acción Nacional suponen una mancha azul que se ha ido haciendo cada vez más pequeña


El instituto político más antiguo de México bracea para que el futuro no lo engulla. Acción Nacional ha anunciado un relanzamiento publicitario sin despejar dudas sobre si comprende el momento que vive el país. Por lo pronto, sobra inteligencia artificial y falta sustancia a esa oferta.
Primera fuerza opositora en el panorama político, el PAN ha declarado este sábado que la ruta de alianzas que eran amalgama ideológica antes que circunstancia coyuntural terminó, que la esencia solitaria es el único camino que puede augurarles una nueva etapa protagónica.
Jorge Romero, representante de todo lo que genera escepticismo del PAN y su presidente nacional desde 2024, ha decretado hoy, con su engolada retórica, que se dejarán la piel al defender a México, a la familia y a las libertades, frase de credibilidad menguada al provenir de un cuadro que por veinte años ha medrado de la fama del panismo sin prueba de sacrificios típicos de la vieja escuela blanquiazul.
En el histórico Frontón México se reunió un PAN que apela a cobijarse bajo Manuel Gómez Morín, Luis H. Álvarez y Manuel J. Clouthier, como quien no desea reconocer que en el siglo XXI no tienen qué presumir, o cómo explicar las presidencias fallidas de Fox y Calderón.
Gómez Morín, fundador de instituciones por antonomasia; don Luis, un hidalgo de la resistencia civil y la negociación, y el Maquío, símbolo de la rebeldía desde la calle sin rubores por su ideario empresarial, fueron puestos en una pantalla a decirle a los panistas de hoy que “no se rindan”.
Un truco de inteligencia artificial bien logrado que, sin embargo, obliga a la siguiente pregunta: rendirse ante quién.
A Romero lo define, además de ser casta dorada del panismo padronero, la corrupción de un PAN ensimismado en cotos pequeños pero burocráticamente muy rendidores.
¿Ante quién se rindió Romero todo este siglo y de quién tendría que liberarse? Y como él, demasiados de los que le acompañaron en el Frontón México —Santiago Creel, Marko Cortés, Ricardo Anaya…— y luego en una marcha han de contestar esa interrogante.
Romero quiso definir al adversario, a Morena y a la presidenta de la República, Claudia Sheinbaum, como una amenaza autoritaria.
El líder nacional del PAN no explicó, en cambio, por qué entonces la gente desde 2015 da cada vez más votos a Morena, antes que a los azules. ¿Quizá porque tendría que reconocer que ni Fox ni Calderón, ausentes en el evento, hicieron una alianza con los más pobres?
Desde el inicio del acto en el Frontón México quedó establecida la dicotomía narrativa, un poco de cómic un poco de burócrata con demasiado dinero para gastar en videos, que el PAN cree que vive la nación.
Según el video de seis minutos que precedió la oratoria romeriana, y donde las históricas figuras panistas ya mencionadas fueron teloneros, hoy la nación mexicana es asaltada por sombras negras instigadas por una dupla: un señor de edad y una mujer. Sí, YSQ, pero por dos.
Recurrir a una alegoría tan elemental como melodramática —ciudadanos dan la batalla y triunfan sobre las malvadas figuras zombies— subraya la incomprensión del PAN de Romero, y de sus compañeros de viaje, de los errores que los alejaron de la gente.
El PAN nació para defender a la sociedad mexicana del estatismo izquierdizante de Lázaro Cárdenas. La apuesta popular del general atendía tanto deudas sociales de la Revolución como un proyecto para concentrar poder en un solo partido, ese que a la postre sería el PRI.
Durante décadas, el esfuerzo tan articulado como valiente de múltiples miembros de Acción Nacional al enfrentar a ese partido de Estado que fue el tricolor, devino ejemplo de civilidad democratizadora. El PAN como opositor terminaría aportando más que cuando fue Gobierno.

La vuelta que tendría que intentar Romero es precisamente un retorno a ganar el reconocimiento como una oposición que tiene ideas, ya no se diga legitimidad para plantearlas, antes que saltar de inmediato, como declaró este sábado, a ser una alternativa de Gobierno.
Los Estados que aún tiene Acción Nacional suponen una mancha azul que se ha ido haciendo cada vez más pequeña. Y a pesar de que este sábado, Romero dijo que estadística por estadística son mejores al administrar que los de Morena, ni expuso ni explotó esa evidencia.
En cambio, Romero prometió que con un golpe de clic ahora será inmediata la afiliación de toda persona que quiera sumarse al PAN. Es un cambio diametral en ese organismo, que lleva lustros enconchado para deleite de quienes administraban arcas abundantes a pesar de una magra membresía.
Las adhesiones al PAN no llegarán en cascada. Muy pronto los panistas descubrirán que esas puertas no serán franqueadas por una multitud. Una cosa es generar una aplicación para empadronar, y otra despertar en la población entusiasmo y ganas de sumarse.
Defender a la familia, a México y a las libertades, la promesa que hizo Romero a los asistentes al mitin, requiere clarificación.
Que un partido de derecha hable de familia es lógico, pero a qué familia se refería Romero —la pregunta no tiene carga irónica ni es una formulación hecha luego de escucharle reiteradamente llamar “familia” al pequeño grupo que le acompañaba en el Frontón México.
Aunque podría discutirse si se ha ralentizado la marcha para dotar de más derechos a la población, México es hoy territorio poco propicio para una involución del tipo de un retorno a eso conocido como familia tradicional. La familia tradicional es hoy muy distinta a la panista.
¿De verdad el PAN cree que ahí hay una batalla? No solo sería cuestionable en términos de derechos humanos, sino políticamente poco inteligente. Las y los mexicanos quieren, en efecto, gozar de esa y otras libertades, no de un instituto que dicte cuáles sí y cuáles no.
Y hablando de libertades políticas. La mayoría en el país no percibe el riesgo de la deriva autoritaria emprendida por Morena desde el sexenio pasado y que ha vivido una aceleración en este.
El problema es que Romero y buena parte de sus acompañantes no pueden presumir que tienen legitimidad como genuinos creyentes, por ejemplo, en la libertad de expresión. El calderonismo tiene malas cuentas al respecto, e igualmente los Estados panistas.
Es el pasado el gran lastre de estos panistas que ahora prometen convertirse en “vehículo de la participación ciudadana”. En los próximos meses se verá lo genuino de tal oferta o si es mera campaña propagandística.
De lo dicho por Romero se debe subrayar acaso que pidió a sus compañeros ponerse a trabajar en el territorio y volverse competitivos. Si va en serio, si las candidaturas, como dijo el presidente del PAN, serán para los meritorios y no para los enchufados a la nomenklatura, quizá haya una segunda oportunidad para este PAN.
En esa vuelta al territorio descubrirán lo que aún no les perdona la gente, que está satisfecha con la presidenta Sheinbaum, lo mucho que se abomina al PRI, su querido aliado de los últimos años, y lo extraña que suena, a quienes reciben apoyos, la retórica antipopulista.
El momento autoritario no es advertido por una población que vio a la otra clase política, a la priista y panista, enriquecerse sin disimulo. Ensuciarse los caros zapatos y convencer a esos que antes abandonaron de que han de “abrir los ojos” va a ser digno de verse.
Los panistas se reunieron en el lugar de su fundación; si quieren convencer a alguien más que a sí mismos, han de volver no solo al territorio para mostrarse como un ciudadano más en esforzada búsqueda de progreso, sino abrirse al debate y nuevas ideas.
A diferencia de los del pasado, estos panistas no han retomado la costumbre del debate interno, de la deliberación entre quienes piensan distinto, de la riqueza de la pluralidad en casa, así a veces amenace terminar en ruptura.
¿Esa vitalidad surgirá de una app donde la gente se puede afiliar? ¿O será un robot el que conteste a los nuevos integrantes sus dudas? ¿O volverá la política donde más que una ruta en solitario sin el PRI, como se prometió este sábado, se tenga un partido con vocación solidaria?
“No se rindan” es una frase que suena bien en tiempos de turbulencias. Que la pronuncien mediante inteligencia artificial tres personajes ausentes de la vida nacional por lustros, muestra lo mucho que no hizo en varios sexenios el partido que hoy busca relanzarse.
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