Jorge Romero, líder del PAN: “Ya es momento de que el partido le apueste a sus propios colores”
El dirigente acusa a Sheinbaum de “difamarlo” cuando buscaba un diálogo, reprueba las amenazas de Trump contra México y confía en que su partido compita en solitario en 2027
“Es el líder del cartel inmobiliario”. Así reaccionó Claudia Sheinbaum al triunfo de Jorge Romero (Ciudad de México, 45 años) en la elección por la presidencia del Partido Acción Nacional (PAN) en noviembre pasado. El antiguo líder parlamentario había abrazado un tono conciliador durante la campaña interna y se había comprometido a tender puentes con la nueva presidenta, bajo la premisa de que los panistas debían escoger mejor sus batallas y ser una oposición constructiva. Pero la promesa de diálogo se apagó rápido. “El Gobierno nos azotó la puerta en la cara”, afirma en entrevista desde la sede de su formación. “Son ridículas y en lo personal, me dan ternura”, asegura sobre las acusaciones de corrupción que le han lanzado durante años y que han resurgido tras asumir como dirigente. “¿Con qué pruebas? A ver, si Jorge Romero es todo eso, ¿por qué no está en la cárcel?”, cuestiona. “No es que no hayan querido, es que no pudieron”.
Tras el naufragio en las elecciones, se multiplicaron las voces que exigían una renovación profunda después de la polémica gestión de Marko Cortés y el fracaso de la alianza con el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Romero consiguió cerca del 80% de los votos en la interna, pero hacia afuera muchos han puesto en duda que esa renovación pueda producirse de la mano de un político cercano a Cortés. “Me deseó muchísima suerte y yo también a él. Somos compañeros de partido, somos amigos y siempre lo vamos a seguir siendo”, dice sobre la relación con su predecesor. “Estamos conscientes de muchas cosas que tenemos que cambiar”.
Romero no es ajeno a las críticas, pero no se muestra preocupado por el escepticismo alrededor de su gestión. “No considero que el PAN esté en la ruina, como algunos quisieran, ni tampoco estamos en una actitud autocomplaciente de decir que todo está perfecto, porque no lo está”, comenta. “Lo que queremos es empezar a trabajar: mantener y multiplicar lo que nos ha funcionado y lo que no, dejarlo atrás”.
Pregunta. ¿Qué va a cambiar durante su dirigencia?
Respuesta. Primero, el enfoque. Tenemos que ser un partido que salga de sus oficinas. Tenemos que estar en los 32 Estados, sobre todo donde habrá elecciones en 2025, Durango y Veracruz. Vamos a ser un partido cercano a la gente. Nuestras causas no pueden quedarse solo en tribuna o en entrevistas, tenemos que salir a las calles a defenderlas. Vamos a ser un PAN que siga defendiendo a este país de las barbaridades de la Cuarta Transformación (4T). Nos dirán exagerados, pero hay medio país que así lo cree. Como oposición, siempre habremos de poner el cuerpo y el alma. Pero el PAN también va a proponer. No vamos a girar en torno a la 4T, tendremos nuestra propia agenda. Esa va a ser una marcada diferencia de esta dirigencia.
P. Llegó con la idea de tener un diálogo con Sheinbaum. ¿Por qué no se ha producido?
R. En Acción Nacional siempre hemos creído en el diálogo. ¿Quién cree que puede sacar adelante un país sin diálogo? Solo un dictador o una dictadora. Creemos que para eso nos paga la gente, que es nuestro deber como servidores públicos. Lamentabilísimamente, cuando esta dirigencia extendió la mano al nuevo Gobierno, su respuesta fue difamarme e incriminarme.
P. La presidenta dice que usted es el jefe del cartel inmobiliario, ¿qué le respondería?
R. Lo dijo en tres Mañaneras seguidas. Fíjate cómo estamos como país… A la tercera Mañanera, un reportero le dijo “oiga, ¿y tiene alguna prueba?”. No, no, simplemente él es el jefe del cartel. Ella ya marcó el tono. Nosotros no vamos a dejar de ser patriotas ni de apoyar a nuestro Estado soberano, que es mucho más amplio que la 4T. Vivimos en un país donde el PAN ofreció un diálogo y el Gobierno nos azotó la puerta en la cara. Muy bien. Nada más, eso sí, que mañana no vengan a decirnos que el PAN solamente sabe llevar la contra, que lo único que sabemos es decir que no. En la infinita soberbia de Morena y de este Gobierno decidieron subestimarnos, difamarnos. Que la gente sepa que eso es la 4T, la destrucción y la difamación de quien piensa distinto.
P. ¿Y con la oposición ha hablado?
R. Claro. Hay muy buena relación con quienes están formando el Frente Cívico. He hablado mucho con Movimiento Ciudadano (MC). En las Cámaras nos topamos con el PRI, también con quienes fueron del PRD. He hablado con Xóchitl Gálvez. Prácticamente todos coincidimos en que tenemos que dimensionar lo que está pasando con este país.
Represento a la oposición y quizás muchos crean que estoy sesgado, pero queremos hacerle ver a la gente que están cambiando cosas muy fuertes en este país. Ya no existe el Poder Legislativo. Ya ni los legisladores del oficialismo pueden modificar las leyes. Llega una iniciativa de ley y les dicen “no me le mueves ni una coma”. Y no tocan nada. No son legisladores. Ahora, van al abordaje del Poder Judicial. Quieren un Poder Judicial al que el Ejecutivo le diga “tú vas a resolver así”. Se va a acabar el Poder Judicial.
Habrá quien se doble, pero nosotros no. Vivimos en un país donde un periodista dice algo que no les gusta y después muestran sus cuentas en La Mañanera. Donde ya no existen elecciones libres. Una cosa es reconocer los resultados y otra, decir que estas elecciones fueron parejas. Vivimos en un país donde, digan lo que digan, sí existe la corrupción. Si la gente no quiere ver que nos estamos conduciendo a un Estado donde cada vez el poder acumula más poder y más poder, habrá un punto en que ya no pueda hacerse nada. Ese va a ser el gran legado de la 4T. Puedes hacer historia, pero no solo se hace historia haciendo cosas bonitas, también destruyendo a un país.
P. ¿Qué espacios le quedan a la oposición para equilibrar el tablero político?
R. La calle. Las universidades, las entrevistas, los espacios donde podamos usar nuestra voz. No nos van a callar jamás, ni con 10.000 órdenes de aprehensión. Todo esto debe hacerse para quitarles esos espacios en 2027. Son espacios que no les dio la gente. Para el Congreso votó por ellos el 54%. Pero ellos se dieron a sí mismos un 75% en las Cámaras, tramposa y artificiosamente. Es el 2027. No hay una meta estratégica más importante para nosotros.
P. Un sector de votantes opositores se sintió traicionado por la fuga de Miguel Ángel Yunes. ¿Qué se habló internamente?
R. Yo estaba en plena campaña, todavía no era el dirigente. No estuve con ninguno de los grupos parlamentarios, pero escuché que hubo una profundísima indignación. No solamente fue uno. Cuatro senadores ―dos del PRD, uno de MC, y entonces uno del PAN― lograron que el oficialismo pudiera hacer lo que la gente no les dejó hacer, tener una mayoría calificada para modificar la Constitución.
No traicionaron al PAN, traicionaron a las personas que votaron por ellos para contener un proyecto que consideran destructivo, retrógrado y tóxico. A la gente no se le va a olvidar. Solo Dios sabe cuánto tiempo más vamos a vivir, pero creo que son de esas decisiones que por el resto de los días no se van a borrar. No solamente del imaginario de la gente, sino de su propia conciencia.
P. ¿Cómo ha visto el Gobierno de Sheinbaum?
R. A diferencia de ellos, les voy a reconocer un acierto, porque el PAN nunca va a estar en un punto radical. Empezaron con el Operativo Enjambre y acaba de haber un decomiso [de fentanilo]. Si de verdad esa va a ser la estrategia, y no están combatiendo al crimen porque se sientan amenazados por Trump, nosotros vamos a estar dispuestos a reconocerlo. Segundo, no creemos, aunque ellos insistan, en que el método para sacar adelante a nuestro país sea contratar deuda. Para colmo, nos vienen a decir que ellos no se endeudan, es de un cinismo indescriptible. Andrés Manuel recibió el país con 10 billones de deuda. Entre Andrés Manuel y Claudia llevan casi siete billones de deuda. Lamentablemente, muchos les creen. ¿Por qué se endeudan? Porque saben que están en el Gobierno porque reparten dinero con los programas sociales. Dios no quiera, pero donde quiebre al país…
P. Trump ha lanzado varias amenazas contra México y su Gobierno. ¿Qué lugar ocupa la oposición en este contexto?
R. Por un lado, no hay manera de que, ante las amenazas a nuestra nación, nosotros lo aplaudamos. Somos oposición, pero primero está el Estado mexicano. No es salir en defensa de la 4T, es defender al Estado mexicano. Ante las barbaridades que ha dicho Trump, no hay manera de que el PAN no esté del lado de México. Lo que también dijimos es que el Gobierno tiene razón al decir que imponer aranceles del 25% es una violación al TMEC.
Pero el Gobierno, con sus mayorías, también ha violado el TMEC. El tratado exige que haya una regulación específica y una autoridad encargada de la competencia económica o las telecomunicaciones. La 4T las acaba de tirar al basurero. Otro factor detrás de las amenazas es el crecimiento del crimen organizado. Entonces, ¿qué esperamos para combatirlo? No nos lo tiene pedir un presidente electo. Si, además, eso ayuda a que desistan de esa amenaza, pues chuza. Este Gobierno, que es un bully con los que son más chiquitos, ahora ya se topó con otro bully, diez veces más grande. Entonces, tienen que ir midiendo cómo hacen las cosas y no quejarse cuando ellos también dan pie para que les lancen estas amenazas.
P. ¿Debe la oposición volver a competir junta en 2027 o no?
R. Va a ser de las decisiones estratégicas más importantes. La respuesta todavía no está dicha. Dividiría la pregunta en dos partes. Yo, Jorge Romero, creo que ya es momento de que el PAN le apueste por sus propias siglas y sus propios colores. Esa es mi convicción, si me lo preguntas. Pero tengo otra convicción igual de fuerte o quizá más fuerte. El PAN no puede tener una dirigencia que se imponga. Tenemos que debatir las cosas. Yo sé que hay gente que opina en un sentido y otros en el otro. No hay manera de que una dirigencia diga “va a ser de esta manera y se callan”. No es mi estilo. No creo en la toma de decisiones unilaterales. Pero tenemos relativamente poco tiempo. Lo tenemos que debatir hacia dentro. Y llegaremos a la mejor conclusión, después de una valoración sincera y más allá de los intereses personales.
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