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MEMORIA DE LAS PALABRAS
Columna
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Nota al pie

LA HONDA, esencial, última relectura que Domingo Ynduráin dedicó a La vida es sueño nos recuerda la necesidad de volver cada pocos años sobre los grandes libros, aunque sólo sea para comprobar cómo cambian con los tiempos, con los lugares y con nuestras propias biografías.

Nada más versátil que las jerarquías literarias. Hoy nos desconcierta un poco que La Celestina, un libro del siglo XV, fuera en España el best seller de los siglos XVI y XVII. No deja de chocarnos que el Guzmán de Alfarache, las Guerras civiles de Granada de Pérez de Hita y La Diana de Montemayor tuvieran en la época un triunfo más amplio y más duradero que el Quijote, y que a su vez el Marco Aurelio de Antonio de Guevara los superara en número de ediciones. Y definitivamente nos sorprende la espectacular fortuna europea de fray Antonio y de la Silva de varia lección.

Cuando menos, debiéramos darnos cuenta de la magnífica novedad que significaban esas obras. El humanismo había puesto sobre la mesa un caudal formidable de datos y materiales, pero a partir de un cierto momento, en Italia, se había aplicado no tanto a hacerlos generalmente accesibles cuanto a depurarlos para satisfacción de los eruditos. Como nos enseña un precioso libro de Paolo Cherchi, Guevara y Messía fueron quienes primero y con mayor éxito acometieron la tarea de transferir semejante tesoro a las lenguas vernáculas, eligiendo, a caballo del mundo clásico y el moderno, las cuestiones más atractivas para sus contemporáneos, y presentándolas con una eficaz andadura de estilo. Guevara, con un fascinante manierismo y una fantasía novelesca; Messía, con la limpidez de una prosa que lo fía todo a la exactitud y a la sustancia narrativa.

El Marco Aurelio y la Silva se han quedado en libros para connaisseurs, mientras La Celestina, el Guzmán del Alfarache y el Quijote siguen cabalmente vivos para cualquier lector de buen paladar. Pero tampoco debiera escapársenos que unos y otros concuerdan en una singularidad que es asimismo la clave de los mejores logros del Renacimiento español y de su decisivo papel en la génesis de la literatura moderna: el acatamiento formal a la tradición del humanismo conjugado con una revolucionaria apertura a la realidad del presente.

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