_
_
_
_

Las tácticas para sobrevivir a un examen de tres días

23.597 jóvenes se enfrentan a las pruebas de acceso a la Universidad en la región

J. A. Aunión

Las seis universidades públicas acogen desde ayer y hasta mañana las pruebas de acceso a la Universidad (selectividad). De su resultado dependerá a qué carrera podrán acceder el próximo curso los 23.597 jóvenes que están haciendo estos exámenes. Como en los últimos años, probablemente aprobarán el 80% de todos ellos, lo que no les evita los nervios, las prisas y los repasos de última hora durante los tres días que duran las pruebas.

Varios bolígrafos, un reloj y tranquilidad. Requisitos fundamentales para sobrevivir a una prueba de tres días -la selectividad- con sus incontables contingencias. Entre los 23.597 jóvenes que se empezaron a examinar ayer y que terminarán mañana en toda la región, algunos estaban más tranquilos, pero la mayoría aprovechaba los últimos minutos -el primer examen, de Lengua y Literatura, empezó a las 10.00-, para repasar.

Tras comprobar su identidad, los chavales se van sentando. Les entregan el cuestionario. Lo leen, eligen una de las dos opciones que se les ofrece e intentan concentrarse. Pero, de repente, "se abre bruscamente una ventana y empieza a entrar un montón de polen". Toda la concentración se va por la ventana. A Luis Villalba (17 años), que estudia en el instituto Gerardo Diego, de Pozuelo, le ha tocado hacer la selectividad en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense. "Encima, la luz se apagaba cada dos minutos y teníamos a un técnico dando vueltas para arreglarlo", añade.

Pero a la hora de corregir, los profesores no pueden tener en cuenta estas vicisitudes, por lo que los alumnos deben sobreponerse. "He elegido la opción de literatura modernista y el comentario de un texto de Vicente Verdú", explica Juan José Moliner (18 años), "pero al final no han puesto nada de los siglos XVIII y XIX, que entraba por primera vez este año", se queja.

Él se había estudiado todo, pero muchos de los chavales eligen la técnica de la suerte y la probabilidad, es decir, estudiarse sólo lo que creen que les van a preguntar. "A mí me dijeron en la academia que ni me mirase esos siglos", comenta Sara Fernández, de 19 años. Sara optó, como muchos otros compañeros, por recibir un curso intensivo en una academia. Estudia en el instituto del Burgo de Las Rozas.

Poco tiempo

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Tras el primer examen, todos coinciden en que una hora y media para realizar la prueba es muy poco tiempo. "En realidad, las preguntas no son difíciles, pero no nos da tiempo", se quejan. Salvado el primer escollo, unos se meten directamente en el examen de Historia y otros esperan al de Filosofía, ya por la tarde.

"Nos hemos estudiado sólo a Platón, Kant, santo Tomás, Ortega y Gasset y Nietsche, entre todos los autores. Alguno de éstos cae seguro", confiaban ayer Alberto González y Maribel Martínez, ambos de 17 años y estudiantes en un instituto de la zona de O'Donnell. Como la mayoría de los jóvenes, habían elegido un lugar a la sombra en el campus de la Complutense para comerse un bocadillo que habían traído de casa y, después, repasar para la siguiente prueba.

Antes de Filosofía, les espera el examen de lengua extranjera, para la mayoría, Inglés. Pero la opinión generalizada es la de que esta asignatura no se puede estudiar, así que apenas se la han "mirado". Por el contrario, Liliana Montenegro, ecuatoriana de 17 años que vive en Madrid desde hace tres, ha decido que sí debía estudiarlo, ya que del resultado de selectividad depende a qué carrera pueden acceder el próximo curso. La nota de estas pruebas es el 40%, sumado a la del expediente académico, que es el 60%, de la nota definitiva. La calificación del último alumno admitido de cada carrera es la que determina la nota de corte.

La carrera soñada

Muchos están un poco perdidos, pero los hay que tienen clarísimo qué quieren estudiar. Sara Hernando, del Centro de Nuestra Señora de la Providencia de Usera, desea estudiar Farmacia. No lo tiene difícil, ya que su expediente académico es de un 8 y para esa carrera la nota de corte fue el año pasado 6,5. Un poco más tendrá que esforzarse su amiga Marta, que lleva un 6 del instituto y para la carrera que quiere estudiar, Empresariales, pidieron un 5,8.

Aunque el año pasado sobraron plazas en las seis universidades públicas madrileñas, todos son conscientes de que hay carreras por las que todos suspiran, como Ingeniería Informática. "Es injusto que los alumnos de otras provincias, donde la selectividad es más fácil, puedan acceder a las universidades de aquí en igualdad de condiciones. Nosotros, por ejemplo, no podemos optar a una plaza en las universidades catalanas", se queja Rosa junto a sus amigas.

A las 19.30 terminan la jornada. A casa a repasar un poco y a descansar. Hoy, repetición de la jugada con sesión de mañana y de tarde y, por fin, mañana a las 13.30 terminarán su suplicio de tres días de exámenes. Aunque los nervios se prolongarán, probablemente, hasta el próximo 21 de junio, cuando conozcan su nota y, quizá, hasta el 19 julio, cuando sepan finalmente si les han admitido en la carrera elegida.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

J. A. Aunión
Reportero de El País Semanal. Especializado en información educativa durante más de una década, también ha trabajado para las secciones de Local-Madrid, Reportajes, Cultura y EL PAÍS_LAB, el equipo del diario dedicado a experimentar con nuevos formatos.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_