Aplastacoches municipal
Mañana de jueves, día 20 de mayo, aparco mi coche y salgo para la delegación de Educación de Sevilla a toda prisa, porque llueve y porque llego tarde. En el camino me aborda un guardacoches legal de uniforme azul que me saluda, yo le devuelvo el saludo y sigo adelante, sin pagar por tanto el impuesto de rigor.
Cuando salgo a las tres, el guardacoches no está pero en mi matrícula se nota de manera bien visible el hundimiento provocado inequívocamente por una patada.
Ahora las preguntas: ¿cuántos ciudadanos pagarían sin el temor a que le causen desperfectos a su coche?, ¿qué diferencias reales hay entre un gorrilla y un gorra legal?, ¿por qué hemos de pagar a estos vigilantes autorizados el paro que cobran, el impuesto añadido de protección y, en mi caso, el arreglo de la matrícula?, ¿cómo el Ayuntamiento institucionaliza esta aportación sevillana a la picaresca contemporánea?, ¿cómo es posible que una ciudad con tantas necesidades importantes que atender (en parques, suciedad, vandalismo...) prefiera subvencionar la vagancia más inútil?
Si a alguien se le ocurre alguna respuesta, que se la envíe al alcalde y a todos sus concejales.