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Reportaje:El dragón chino tiene hambre

Sed de oro negro... importado

La demanda de crudo crece al 9%, pero la producción nacional lo hace sólo al 1,6%

Patricia Fernández de Lis

La economía china es como un adolescente; no para de crecer. Y, para seguir haciéndolo, necesita energía. Uno de los alimentos favoritos de la industria china es el petróleo, que supone ya el 25% de la demanda energética y podría crecer hasta el 50% en 2030, según cálculos de Jonathan Story, profesor de Insead en Francia. La consecuencia para el mercado mundial es que China, que empezó a importar petróleo en 1993, ha desplazado ya a Japón como segundo mayor importador mundial, detrás de EE UU.

La principal fuente de energía china es el carbón, que aún supone tres cuartas partes del consumo energético del país. Pero, en los años noventa, y mientras los países desarrollados crecían a una media de un 2% o 3%, el país más poblado del mundo lo hacía a un 6% o 7%.

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Según datos de la AIE (Agencia Internacional de la Energía), la generación eléctrica, la industria petroquímica y, sobre todo, el transporte son los sectores que han impulsado el uso del crudo, que ya es la segunda fuente de energía china. En concreto, el tirón del crudo se debe al crecimiento de la industria pesada -muy superior a la de los bienes de consumo-, de los vuelos y del parque de automóviles y motocicletas -en detrimento de la clásica bicicleta-. El mayor nivel de renta provocará que, en 2020, haya una media de 40 vehículos por mil habitantes, según un estudio de los economistas Medlock y Soligo. Sólo una progresiva utilización del diesel frenaría la apabullante demanda de gasolina que se prevé para entonces.

Pero China está teniendo problemas. La producción nacional no da abasto; crece a un ritmo de un 1,6%, mientras la demanda aumenta a razón de un 9% anual. Esto significa que la capacidad china para refinar y distribuir su propio crudo no crece de forma paralela al que consume. Así que, según el estudio de Story, para el año 2020 China podría importar dos o tres veces más crudo del que produce.

El Gobierno está intentando solucionar este problema aumentando la inversión extranjera para la exploración y extracción del crudo, pero, según explica un analista del sector energético español, "reformas poco efectivas en los precios domésticos, además de una insuficiente infraestructura para el transporte del crudo, han condicionado que haya poco interés" por parte de los inversores extranjeros en invertir en el petróleo chino.

Este problema tiene dos consecuencias para la economía, y ambas tienen que ver con la misma cuestión: la dependencia del crudo extranjero. Por una parte, la creciente demanda china provoca distorsiones en el precio del producto. Muchos analistas creen que este factor no es aún preocupante, pero otros, como los de Goldman Sachs, creen que una caída del 4% en el crecimiento en la demanda china podría suponer un retroceso del 0,3% en el aumento del PIB (producto interior bruto) mundial.

Sí hay consenso en el impacto que tiene la subida del precio del crudo en la economía china. El 56% del petróleo que importa el país asiático procede de Oriente Próximo, una zona sacudida por eternos problemas geopolíticos. Las subidas en el precio del barril -que esta misma semana han obligado a los países productores a incrementar la producción- tienen ya un impacto en esta economía, cada vez más dependiente del oro negro: el precio del petróleo y productos petroleros creció un 11,8% el año pasado, según datos del Ministerio de Comecio.

Por eso, el Gobierno está intentado poner en marcha infraestructuras petrolíferas, como el oleoducto de 900 kilómetros que construirá con Kazajistán. Además, ha decidido construir seis centros de almacenaje de crudo para acumular stocks dentro de sus fronteras y evitar los vaivenes del mercado. Pretende acumular 350 millones de barriles hasta 2005.

China comienza ya a sufrir los primeros avisos de fallos energéticos, aunque aún no parecen preocupantes. Entre las opciones que baraja el Gobierno para evitarlos están aumentar la producción de gas, desarrollar una red de oleoductos o importar crudo de Rusia, aunque el previsible aumento de la demanda rusa y las peleas diplomáticas con Japón pueden dificultar esta opción. En todo caso, la evolución es preocupante: si China sigue creciendo al ritmo actual, el consumo de energía en 2030 será el equivalente a la suma del de Japón y Estados Unidos en 1999.

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Sobre la firma

Patricia Fernández de Lis
Es redactora jefa de 'Materia', la sección de Ciencia de EL PAÍS, de Tecnología y de Salud. Trabajó diez años como redactora de economía y tecnología en EL PAÍS antes de fundar el diario 'Público' y, en 2012, creó la web de noticias de ciencia 'Materia'. Los fines de semana colabora con RNE y escribe, cuando puede, de ciencia y tecnología.

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